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En los últimos tiempos, los micólogos que forman parte de los movimientos de conservación reconocen la importancia de disponer de un término colectivo para nombrar al reino de los hongos. La urgencia de encontrar un término equivalente a fauna y flora se debe a que el grupo de organismos vivos que forman parte de absolutamente todos los ecosistemas que conocemos, los hongos, queda excluido de aquella gran división.
En tal sentido, la propuesta del doctor en Biología del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal del Conicet, Francisco Kuhar, y de micólogos de la Fundación Fungi de Chile, de la Universidad Federal de Santa Catarina de Brasil y de la Universidad de Harvard es la palabra funga. Este término fue acuñado por primera vez en el año 2000 por la bióloga danesa, Suzanne Gravese en su libro Microbiology on Indoor Air.
La proposición explícita en el artículo de Kuhar es que funga es un término que continúa con la tradición promovida por el botánico sueco, Carl Linnaeus.
Ni planta ni animal, el hongo multifuncional
Los hongos, aunque puedan confundirse con las plantas, están más emparentados con los animales por dos motivos:
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no pueden producir su alimento a partir de la luz solar (fotosíntesis);
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varios estudios genéticos y morfológicos han develado que los grupos más antiguos de hongos presentan algunas células con flagelo, muy similares a los espermatozoides.