Skip to main content

 

El cuerpo celeste, descubierto en Diciembre del 2019 por el sistema detección y alerta temprana, Asteroid Terrestrial-Impact Last Alert System (ATLAS, Hawái), podrá ser visto con binoculares o quizás, también, a simple vista, desde el Hemisferio Norte, al parecer con un brillo tan intenso como el de Venus, cuando el cometa se aproxime al Sol.

 

Jager, M. 2020. Pictures of C/2019 Y4 

Ahora bien, ¿Por qué será que su brillo aumenta mientras más cerca del Sol se encuentra? ¿Será que recibe mayor cantidad de luz?

Para entender ésto, veamos primero, ¡qué son los cometas!

En términos científicos, los cometas son cuerpos celestes formados por rocas, hielo y otros gases congelados, principalmente amoníaco, metano, hierro y magnesio, que viajan por el espacio describiendo una órbita. 

 

Pero según las civilizaciones antiguas, estos fenómenos en el cielo tenían una connotación mucho más catastrófica, cuando un cometa surcaba el cielo de algún imperio, era señal de grandes cambios relacionados con desgracias, muertes y destrucción. ¡Un caos!

 

Hoy sabemos que los cometas no anuncian desgracias de ningún tipo, sino que andan vagando por nuestro Sistema Solar.

Algunos llegan desde el Cinturón de Kuiper, nombrado así en honor a quien predijo su existencia, el astrónomo neerlandés Gerard Peter Kuiper. Éste disco circunestelar que orbita alrededor del sol, se encuentra más allá de Neptuno formado por cuerpos de entre 100 y 1000 km de diámetro. Desde allí provienen los cometas con órbitas pequeñas, o de corto periodo, es decir que completan su órbita en menos de 200 años.

O también pueden llegar desde la Nube de Oort, llamada así en honor a Ernst Öpik y Jan Hendrik Oort, astrónomos que desarrollaron la hipótesis de la existencia de esta nube esférica que se encuentra en los confines del Sistema Solar. Se cree que desde allí llegan todos los cometas con órbitas mucho más grande, como es el caso del cometa Atlas. 

Ilustración Cred. Space Place/NASA

 

Generalmente, como podemos ver, las órbitas de los cometas son mucho más elípticas que la de los planetas, y esto les permite en un extremo, acercarse al Sol (tanto que pueden caer en él) y en el otro, alejarse más allá de Plutón por ejemplo, incluso algunos abandonan el Sistema Solar, para ya no volver.

 

Cuando el cometa se acerca al Sol, recibe más cantidad de radiación y aumenta su temperatura, y el hielo y los gases que lo componen, se expanden formando una nube alrededor de su núcleo rocoso, llamada coma. El núcleo de un cometa puede tener un par de kilómetros de diámetro, pero la coma puede llegar a medir varios miles de kilómetros de diámetro. 

De esta forma, al acercarse al Sol se genera la cola del cometa, o mejor dicho, las colas del cometa, porque generalmente desarrollan dos colas principales:

Una, formada por las moléculas gaseosas que se desprenden de la coma, ionizadas por el viento solar, generalmente de color azul o verde, la más visible y fabulosa y es totalmente paralela a la direccion de la radiacion solar, “apuntando” en todo momento al sol, y una segunda cola que se curva hacia la trayectoria orbital, formada por partículas de polvo, también barridas por la interacción con el viento solar, de color blanca ya que ésta sólo refleja la luz que recibe desde el Sol, con lo cual, mientras más cerca se encuentre el cometa del Sol, más intensas se vuelven sus colas. 

 

 

Lo inverso ocurre cuando el cometa se aleja del Sol, su temperatura comienza a disminuir y deja de evaporar su masa, haciendo que sus colas desaparezcan. 

 

Un dato interesante sobre los cometas es que por cada vez que se aproximan al Sol, pierden parte de su masa, de hecho se cree que hay asteroides que son el núcleo rocoso “pelado” de un cometa que ha evaporado todo su material, Actualmente muchos investigadores focalizan sus investigaciones en asteroides que muestran actividad cometaria por algunos intervalos de tiempo.

Y aunque no lo crean, estos objetos celestes son de mucho interés para la ciencia, porque en los últimos años, con los datos recolectados de sondas espaciales como Rosetta, se ha confirmado que los cometas son restos del proceso de formación original de nuestro Sistema Solar, y guardan información sobre la nebulosa donde se originó, hace más de 4600 millones de años, salvo los casos especiales que vienen desde afuera de nuestro sistema.

 

En particular, en el cometa Atlas, su color verde característico nos permite conocer la composición química de su coma, formada principalmente por Cianógeno (familiar del Cianuro) y Carbono. Ambos compuestos, cuando interactúan con el viento solar, se ionizan y producen un efecto de fluorescencia, brillando de color verde.

 

Actualmente se encuentra a 9 minutos luz de la Tierra, esto es más allá de la órbita de Marte. Los científicos han determinado que su órbita es muy excéntrica, es decir, muy alargada, por lo que se espera que el Atlas vuelva  a visitarnos otra vez, dentro de unos 6000 años.

 

 

 

 

 

 

 

Izq.:Órbita del cometa C / 2019 Y4 (ATLAS) / Crédito: NASA / JPL. Dcha.:Trayectoria del cometa Atlas con marcadores de 7 días/ Autor: Tomruen

 

Esto ocurrirá, si es que en los próximos días no se desintegra, pues las imagenes más recientes del cometa muestran deformaciones en su núcleo, y la pérdida de masa es mucho más significativa de lo que esperaba considerando su distancia al Sol. Esta elongación del núcleo y pérdida de masa “acelerada” parecen ser indicios de un núcleo en proceso de desintegración, por lo que el seguimiento del Atlas en los próximos días resulta fundamental para saber si resistirá o no su acercamiento al Sol.

Finalmente, para las latitudes del Norte, el cometa podrá observarse después de la puesta del Sol, con la ayuda de un binocular o telescopio. Su luminosidad irá aumentando de forma progresiva desde Abril hasta mitad del mes de Mayo, mientras recorre su camino desde la Osa Mayor hasta la Jirafa, en donde quizás ya sea visible a simple vista.

Para quienes habitamos en el hemisferio Sur, lamentablemente tendremos que esperar al menos hasta el año próximo para poder disfrutar de un fenómeno así!

 

Claudia Herrera. Estudiante de Astronomía, UNC.