Un 12 de febrero pero de 1809 nació Charles Darwin.
Con su teoría de la evolución por selección natural Charles Darwin descubrió el motor de la vida. Formulada en 1859, esta teoría describe el mecanismo -que en ese momento resultó revolucionario- que explica el origen y los cambios de las diferentes especies de animales, plantas, y demás seres vivos.
Gracias a Darwin entendemos la historia de la vida. Fue un científico y naturalista inglés que logró explicar la diversidad, las adaptaciones de los organismos y con eso refundó la biología contemporánea.
Sus estudios contribuyeron a la formación del pensamiento moderno. Moldeó y sigue moldeando nuestra concepción de nosotros mismos y de nuestro lugar en el mundo. Sus ideas no solo impactaron en la biología, revolucionaron el pensamiento de la humanidad, tanto como lo hicieron Galileo, Newton y Einstein. Cambiaron la concepción que el ser humano tenía de sí mismo, y han influido de forma determinante en las ciencias sociales, las ciencias naturales y la filosofía.
Darwin bosquejó su famoso primer diagrama de un árbol evolutivo en 1837 con la nota “I think”, 20 años antes de publicar su gran obra. Logró cambiar la mirada sobre el mundo natural. Su obra cumbre El Origen de las Especies, es uno de las más importantes de la historia de la humanidad. Fue publicado a partir de los hallazgos de su viaje alrededor del mundo. En 1833 y como parte de ese viaje, Darwin había visitado la pampa y la Patagonia argentina. Había navegado las aguas de nuestro mar en el Bergantín Beagle, al mando del Capitán Fitz Roy.
En su paso por Argentina, Darwin estudió los fósiles de armadillos y perezosos gigantes, roedores y camélidos antiguos hallados cerca de Bahía Blanca. Seguramente le llamaron la atención las similitudes de los fósiles con las especies que por aquella época habitaban la pampa: guanacos, mulitas, vicuñas, agutíes, entre otros. Animales que él pudo observar, estudiar e incluso comer en sus largas cabalgatas junto a los gauchos. Todas estas coincidencias de animales extintos y actuales fermentaron en la cabeza de Darwin durante los años siguientes.
En su obra postuló que todas las especies de seres vivos han evolucionado a partir de un antepasado común mediante un proceso denominado selección natural, y explica que la diversidad se debe a las modificaciones acumuladas por la evolución a lo largo de las sucesivas generaciones.
El naturalista inglés advirtió que especies nuevas tendían a aparecer donde especies similares habían vivido previamente y se preguntó: ¿por qué una especie reemplazó a otra similar en el mismo lugar?, ¿las especies antiguas habrán dado origen a las nuevas?, ¿las nuevas especies están mejor adaptadas al medio cambiante?
La evolución, guiada por la selección natural, es el cambio lento y azaroso de los rasgos de una población de seres vivos a la siguiente. Aunque las modificaciones sean pequeñas se acumulan a lo largo del tiempo, de miles o millones de años, y pueden dar origen a nuevas especies.
Sus ideas generaron polémicas y fuertes controversias en la Inglaterra victoriana. Fueron mal interpretadas, mal usadas y resistidas por sus colegas científicos, pero más aún por la esfera religiosa, principalmente la iglesia anglicana.
La opinión de muchos clérigos era que la teoría darwinista era “materialista” y “degradante”, que implicaba que “no había Dios y que el mono es nuestro Adán”.
Darwin y la Academia de Ciencias de Córdoba
Este gigante de la ciencia universal tuvo un vínculo con Córdoba: La Academia de Ciencias lo nombró Académico Honorario. Como respuesta Darwin envió al entonces presidente de la academia Enrique Weyenbergh una carta de agradecimiento, una fotografía suya autografiada y un ejemplar de la sexta edición de “El origen de la especies” dedicado a la Academia cordobesa. “Supongo que es lo mejor de mi trabajo” dice en la carta fechada el 18 de mayo de 1879, que se exhibe en la institución cordobesa.
Con Darwin entendimos que el mundo no fue creado ni existe para nosotros. Como el resto de las especies somos el resultado de millones de años de evolución que a partir de los primeros organismos dieron todos los seres vivientes. A partir de Darwin el ser humano entiende su lugar en el reino natural.
Somos una rama del árbol de la vida.
Somos primos del pájaro y de la estrella de mar.
Somos parientes del roble y de la encina.
Y de cada vegetal y de cada insecto.
Somos parte de todo lo que existe.
Como los peces que viven en las profundidades del mar.
Y los pájaros que atraviesan el aire como flechas.