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¿Alguna vez te preguntaste de dónde vienen los alimentos que consumimos? ¿El aire que respiramos? ¿El agua que tomamos? Cotidianamente los pobladores de las ciudades del mundo tienen acceso a una basta cantidad de productos y servicios que responden a nuestras necesidades. Desde acceso a agua potable, gas natural, electricidad, pasando por una gran variedad de alimentos, medicinas, ropa, teléfonos celulares, automóviles, entre muchos otros. 

Son miles y miles de productos y servicios que se consumen cotidianamente para responder a la alta demanda de los seres humanos para llevar a cabo sus vidas y actividades diarias confortablemente. Y existe una diversidad de industrias que trabajan para responder a estas necesidades. 

Teniendo en cuenta que somos aproximadamente 7,8 mil millones (es decir un número de 10 dígitos) de pobladores a nivel mundial ¿creés que nuestro consumo tendrá algún tipo de impacto en el ambiente? Esperamos en esta nota ayudarte a responder algunas de esas preguntas.

Huella Ecológica

El concepto de la Huella Ecológica se ha ido escuchando cada vez más en los últimos años y nos permite tener una idea del impacto de las actividades humanas medidos en términos de superficie productiva de tierra y agua necesaria para producir los bienes consumidos y asimilar los desechos generados. Dicho más sencillo es la cantidad de ambiente necesaria para producir los bienes y servicios necesarios para sostener un estilo de vida particular.

Un componente de la misma, es la huella de carbono que hace referencia específicamente a la cantidad de dióxido de carbono que se libera a la atmósfera como resultado de las actividades de un individuo, organización o comunidad en particular.

La Huella Ecológica se relaciona a la biocapacidad de los sistemas, es decir a la capacidad de los ecosistemas para producir materiales biológicos utilizados por las personas y para absorber el material de desecho generado por los seres humanos, según los actuales esquemas de gestión y tecnologías de extracción. La misma se mide en unidades estándar llamadas hectáreas globales (gha) y puede ser calculada para individuos, ciudades, regiones, países y hasta el planeta entero.

Retomando el número de 7,8 mil millones de pobladores a nivel mundial, intente imaginarse la cantidad de recursos que se necesitan para responder al consumo de ese número de personas de acuerdo los formatos actuales de desarrollo. Ahora le pedimos que a su vez también intente imaginarse la cantidad de desechos que ese número de personas generan producto de ese consumo. ¿Le parece que la biocapacidad del planeta será suficiente para responder a nuestras demandas? Cómo esperamos se haya imaginado, la respuesta es no.

A nivel mundial, actualmente la humanidad está usando un equivalente a 1,75 Tierras para poder responder al uso de recursos y generación de desechos. Vamos a explicar un poco más esto. 

“La humanidad está usando 1,75 Tierras”. Extraído de Global Footprint Network

Si este valor diera igual a 1 esto quiere decir que estaríamos usando recursos y generando desechos a la misma tasa que la Tierra podría regenerarlos y absorber, respectivamente. Dicho de una manera simple, estaríamos en el límite de la biocapacidad del planeta. Si este valor fuera menor a 1, podría deberse probablemente al desarrollo sostenible de actividades humanas donde la demanda de recursos y la generación de desechos es menor a la biocapacidad del ambiente, siendo positivo para el mismo.

Ahora, si se supera el valor de 1 quiere decir que el tipo de desarrollo, de consumo y de generación de desechos que se está realizando producto de la actividad humana, está yendo en detrimento de la biocapacidad del planeta. Estamos consumiendo los recursos del planeta de una forma tal que necesitaríamos casi de otro planeta Tierra más para poder responder a nuestra demanda. ¿Pero tenemos más de un planeta Tierra? No. Y el tipo de desarrollo que caracteriza a la industria actual solo iría incrementando esta demanda. La pregunta que surge es ¿cómo cree que irá siendo la respuesta del planeta y sus ambientes ante este tipo de desarrollo, si estamos exigiéndole de esta manera?

En el caso de Argentina, de acuerdo a la base de datos de la Red de Huella Ecológica (más conocida como Footprint Network), la huella ecológica del país ha ido en aumento desde 1960 y en la actualidad supera el promedio mundial. La población argentina consume recursos y genera desechos en un equivalente a 2,1 Tierras como se puede ver en la siguiente imagen.

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Huella Ecológica de Argentina en el período 1960-2016” Adaptado y traducido de Global Footprint Network.

¿Cómo se calcula la Huella Ecológica?

La Huella Ecológica tiene en cuenta para su cálculo el uso de seis categorías de superficies productivas: tierras de cultivo, tierras de pastoreo, zonas de pesca, tierras edificadas, zonas forestales y demanda de carbono en la tierra.

Del lado de la biocapacidad, se mide la productividad ambiental de esas seis categorías. Entonces si la Huella Ecológica de una población excede la biocapacidad de una región o país (e inclusive el planeta), esa región está en déficit ecológico. Es decir, su demanda de los bienes y servicios que sus ambientes pueden proporcionar, supera su capacidad de renovarlos. 

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(traducida de de https://www.footprintnetwork.org/content/uploads/2016/10/Footprint-highres.png)

La información relacionada a estas categorías se relacionará entonces a la frecuencia de consumo de carne roja, cerdo, pollo, pescado, huevos y productos lácteos, a si los alimentos que consumimos son frescos, están empaquetados, son locales o exportados de otras zonas. 

Por otro lado, dependerá de la superficie ocupadas por las viviendas, la cantidad de habitantes por área y vivienda, el material del que estén construidas (madera, ladrillo, adobe, acero, etc.) y la eficiencia energética de las mismas, en cuanto a aislamiento térmico, el tipo de sistema de calefacción y refrigeración, la frecuencia de uso, así como de la electricidad y su fuente (renovables, hidroeléctricas o nucleares). 

Importará también la manera de movilización (bicicleta, automóvil, motocicleta, camión, avión, barco), la frecuencia y la fuente de energía utilizada (combustible, electricidad o híbrido).

También tendrá en cuenta nuestro grado de consumo de productos y la frecuencia de recambio. Por ejemplo, cada cuanto se compra ropa nueva, electrodomésticos, celulares, computadoras, libros, revistas, y muebles. También cuanto de ello se recicla y por ende la generación de desechos, y lo que se hace con ellos.

Algunas implicancias detrás de la Huella Ecológica

Detrás de nuestro estilo de vida y el consumo, actúan diferentes industrias trabajando continuamente para poder satisfacer las demandas de la población. Su forma de producción afectará directamente a la huella ecológica producida por cada industria, en la que también como consumidores tendremos parte ya que lo que consumimos para satisfacer nuestras necesidades se produce por estas diferentes industrias. 

La industria agrícola, ganadera de carnes y de productos lácteos, necesita vastas áreas para su producción, áreas que anteriormente han estado ocupadas por ecosistemas naturales complejos. La forma de producción de estas industrias determinará entonces la huella ecológica teniendo en cuenta el área utilizada, y por ende, el área de la cual se eliminó la estructura biológica original. Esto determinará la reducción de las áreas en las que los organismos vivos que habitaban esas zonas puedan subsistir afectando su supervivencia. 

Tendrá un mayor impacto en aquellos organismos que necesitan grandes áreas para sobrevivir, tales como los pumas o el yaguareté , y en aquellos organismos que solo viven en un área restringida de distribución y que las hace particularmente importantes en conservación, conocidas como especies endémicas.

También importará el grado de fragmentación, ya que para las especies no es lo mismo habitar un área completa de por ejemplo 10mil m2, o que esa misma superficie esté subdividida en áreas más pequeñas con distancia variable entre ellas, siendo más difícil la movilidad y posiblemente mayor la exposición a peligros.

Aumento de área de ganadería en una parte remota del norte de Para en Brasil. Extraído de Earthobservatory de la NASA.

Si la forma de producción es intensiva o extensiva, también determinará el grado de impacto y el estado a largo plazo de las áreas utilizadas, pudiendo llevar a la degradación de las mismas. A esto se sumará la utilización de fertilizantes, herbicidas y fungicidas, entre muchos otros productos, y su origen (artificiales o naturales). La maquinaria que se utiliza para mantener esta industria también genera la emisión de gases de carbono. 

La producción ganadera genera un 14,5% de las emisiones antrópicas de gases de efecto invernadero, destacándose el metano. En ella también importara el grado de hacinamiento de los animales, que afectará su calidad de vida y que determinará la posibilidad de contagio de enfermedades que luego pueden ser transmitidas al ser humano que entra en contacto con ellos.

En el caso de las pesquerías es inclusive más complejo ya que involucra los intereses de diferentes países en la utilización de sus recursos. De acuerdo a las técnicas de captura que se utilicen (pesca de arrastre, pesca de palangre y cerco, etc.) y el respeto o no de las cotas de pesca, será mayor el impacto en al ambiente. Los barcos utilizados también emiten gases de efecto invernadero. 

Toda la materia prima pasa por una seria de procedimientos en las que se involucran otras industrias para su manufactura, hasta llegar a nuestros hogares o los negocios donde los conseguimos, emitiendo continuamente gases de efecto invernadero a la atmósfera. También se contaminarán aguas y suelos productos de las vertientes y desechos generados por estas industrias, algunos de los cuales son potencialmente peligrosos. 

Los productos generados podrán llegar a nosotros de distintas maneras, con distinto grado de empaquetamiento. Mientras mayor sea el empaque, más serán los desechos que probablemente se descarten, sin saber muy bien que sucede con ellos. Es bien conocido el caso de los plásticos debido a su largo tiempo de degradación (150 años), lo que determina que quede mucho tiempo en el ambiente afectando diferentes formas de vida. 

Obra de la artista Bonnie Monteleone de la exhibición «What Goes Around, Comes Around»

Ahora, podría parecer que estos efectos se deben a otros, que no nos corresponden a nosotros en particular. Pero somos cada uno de nosotros los que en nuestro consumo diario estamos utilizando continuamente productos y servicios que provienen de todas estas actividades y muchas más. Es más, para el cálculo de la Huella Ecológica se incluyen tanto los impactos personales por el estilo de vida propio como los impactos sociales y servicios, tales como infraestructura y carreteras, servicios públicos, entre otros.

Es por ello que es muy importante, si queremos lograr vivir más armónicamente con el ambiente, que comencemos a cuestionar nuestro propio estilo de vida y privilegios. Para ello hay que comenzarse a preguntar de donde viene lo que consumimos, como se produce, que impactos tiene en el ambiente y que pasa con lo que desechamos de ellos. 

Desde este punto, también debemos analizar qué políticas se están llevando a cabo a nivel local, regional, nacional e inclusive mundial, en pos de estas problemáticas. Qué legislaciones existen, como se aplican, como se controlan y como esto representa los diferentes intereses.

¿Qué podemos hacer para disminuir nuestra la Huella Ecológica?

Hay mucho que podemos hacer para disminuir nuestra Huella de Carbono. Comenzando por los alimentos que consumimos:  podemos priorizar consumir productos generados localmente, ya que por un lado propicia la economía local y por otro lado disminuye la huella de carbono al no necesitar que su transporte cruce un océano o un continente. 

Aquellos que hayan sido producidos de una manera sostenible, a través de agroecología, por ejemplo, tendrán los beneficios que su generación habrá sido más amigable para el ambiente, teniendo en cuenta sus propios ciclos, y a su vez estaremos incorporando menos agentes artificiales a nuestro organismo, tales como los fertilizantes, fungicidas o herbicidas artificiales que pueden ser dañinos.

Ampliar la variedad de alimentos que incluye nuestra dieta también es una manera de disminuir la demanda intensiva ante un producto en particular y por ende darle un respiro al ambiente. Se recomienda, disminuir el consumo de carnes e incorporar más verduras, frutas y cereales a las dietas, debido a su alto efecto en la huella ecológica y por ende en los ecosistemas.

Aproximadamente un tercio de la producción mundial de alimentos termina siendo desperdiciada. Es decir, se esta generando y produciendo un tercio extra de lo que en realidad se está consumiendo. Se está haciendo trabajar a toda la maquinaria por algo que termina directamente como desecho sin ser aprovechado. Imagínese reducir esa cantidad y lo que se produce y como ello afectaría positivamente al ambiente. Corresponde ser responsable en cuanto a nuestra forma de consumo, en un contexto en el cual se está luchando por ayudar al planeta por lo que le hemos provocado y por llegar al objetivo de “Hambre Cero”.

Se espera que para el 2050 entre el 70 y 80% de las personas vivan en ciudades. Es por ello que es necesario comenzar a exigir a los gobiernos la planificación inteligente de las ciudades y estrategias de desarrollo urbano, teniendo en cuenta las personas que habitan en ellas y los servicios que utilizan diariamente. Esto incluye comenzar a incorporar el uso de formas de energía más eficientes y amigables para el ambiente, compactar las ciudades para que no se sigan expandiendo indiscriminadamente sobre los pocos ecosistemas que nos quedan y brindar opciones efectivas para el transporte público de las personas

Esto último determinaría directamente la cantidad de emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero producidos por la movilidad. Este aspecto es el responsable del 17% de la huella de carbono humana a nivel mundial. No es lo mismo viajar en automóvil solo que coordinar con compañeros para los viajes, o que tomarnos un colectivo. 

También dependerá si se viaja todos los días o si esa frecuencia puede ser disminuida, y el utilizar combustibles fósiles, energía eléctrica o sistemas híbridos para movilizarse. Sin hablar de utilizar más la bicicleta o caminar, con los consecuentes beneficios para la salud. 

Es muy importante reducir el componente de carbono de la Huella Ecológica ya que reduciéndolo a la mitad llevaría a que la Huella pasara de 1,75 Tierras a 1,2. Para ello deberemos comenzar a exigir el aprovechamiento de fuentes de energía renovable, desde el uso domiciliario, comercial, empresarial y el desarrollo e incentivo de las mismas por parte de nuestros gobiernos. 

Es muy importante que comencemos a ser conscientes del grado de consumo que manejamos. Cuestionarnos hasta qué punto es realmente necesario el recambio de ropa, electrodomésticos, electrónica, muebles, etc. Si esto responde al tiempo de utilidad real de los mismos o responde a cuestiones sociales, donde se debe tener lo más nuevo y moderno para sentirnos parte la sociedad moderna.

Comencemos a preguntarnos cómo modificar nuestro estilo de vida para que sea más armónico con al ambiente. ¿Qué hacemos con los desechos? Cada día existen más ejemplos de cómo realizar nuestro propio compost y así aprovechar nuestros desechos orgánicos. Ni hablar del desarrollo de nuestra huerta propia, ya sea en tierra directa o en maceta. Se habla de reciclar todo lo que pueda ser reciclado, los papeles, latas, cartones, etc. Podemos buscar qué se hace localmente con este tipo de desechos y probablemente conozcamos de algún centro de acopio a los que podamos acercarlos. Se recomienda reutilizar lo que se pueda, como en el caso de los plásticos, que pueden utilizarse para generar ecoladrillos. Te invitamos a que descubras que opciones hay en tu localidad.

Huella Ecológica y Ambiente

Siendo los 7,8 mil millones de personas que somos en el mundo, estar exigiéndole al planeta desmedidamente tiene efectos devastadores sobre el ambiente. El increíble aumento de emisiones de gases de efecto invernadero al ambiente producto de las actividades humanas ha generado un efecto mundial conocido como calentamiento global que esta modificando los patrones globales de clima, aumentando el derretimiento de los casquetes polares, modificando la acidez de los océanos y afectando a todos los seres vivos que habitan en él.

Las acciones humanas han generado la alteración del 75% del ambiente terrestre y alrededor del 66% del ambiente marino, con los consecuentes efectos. Las tasas de pérdida de biodiversidad son alarmantes: las especies de vida silvestre están desapareciendo a un ritmo de decenas o cientos de veces más rápido ahora que en los últimos 10 millones de años. Esto puede llevar al colapso de los sistemas alimentarios y de salud que dependen exclusivamente del estado de los ecosistemas y su biodiversidad.

Deforestación en el Amazonas período 2000-2018. Extraído de Earthobservatory de la NASA.

Para revertir esta situación, sumada a las recomendaciones antes mencionadas, debemos comenzar a exigir políticas de desarrollo sostenible a nivel local, nacional e inclusive internacional. Se debe prestar particular atención a la restauración de los ecosistemas que han sido modificados y degradados. Esto debería realizarse a través de planes de reforestación e incorporación progresiva de los seres vivos nativos, lo que posibilitará la regeneración de los ambientes. 

Para ello también es importe el establecimiento de áreas protegidas, su mantención, desarrollo, monitoreo y expansión. Se deben rescatar los conocimientos y técnicas de los pueblos originarios y las comunidades locales que realizan un aprovechamiento sustentable de los ecosistemas, teniendo en cuenta sus ciclos y su perpetuidad. También se debe invertir en fondos para las investigaciones científicas para monitorear el efecto de las acciones que desarrolle el ser humano.

Es muy importante que las legislaciones y las decisiones gubernamentales comiencen a priorizar el desarrollo sostenible de los recursos a través del incentivo al desarrollo de otras formas de producción, tales como la agricultura regenerativa, la pesca sustentable, utilizar mejores técnicas de alimentación del ganado, la mejora del manejo de pasturas, entre muchas otras. Para ello será indispensable un posicionamiento desde la equidad en todos los aspectos, desde el acceso a alimento, salud, educación, trabajo digno, energía, entre muchos,  a todos los habitantes de este planeta, reconociendo particularmente la vulnerabilidad de las disidencias y actuando acordemente para asegurar un trato equitativo.

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“Subiendo” Fotografía de Eleonor Moreschi. Todos los derechos reservados

Naturaleza y Huella Ecológica

Si bien es evidente todos los beneficios que nos brinda la naturaleza, tenemos que comenzar a corrernos de nuestra visión utilitarista y entender que el ambiente no está para proveernos y servirnos a nosotros los seres humanos La naturaleza y todos los seres vivos tienen un derecho intrínseco propio de existir, por que sí. El mismo derecho de estar ahí, de subsistir, de tener salud, que nuestra especie. 

Debemos entender que somos parte de un todo, de un gran ecosistema llamado Planeta Tierra. Y que nuestras acciones como especie humana están teniendo una repercusión en todas las especies del planeta y sus ecosistemas. 

Te invitamos a que juntos reimaginemos nuestra relación con la naturaleza. Y que entendamos que no somos algo aparte sino, que nosotros somos parte de la naturaleza.

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“Ballenidad y mar” Fotografía de Eleonor Moreschi. Todos los derechos reservados

Eleonor Moreschi – Bióloga