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Desde 1982 cada 10 de abril se celebra en Argentina el Día del Investigador Científico en reconocimiento a la obra del doctor Bernardo Houssay (1887-1971).
La razón es evidente. El médico Bernardo Houssay fue uno de los científicos más importantes de la historia argentina. Revolucionó el campo de la medicina y la fisiología, y fue reconocido mundialmente por transformar y mejorar el tratamiento de la diabetes. Descubrió cómo las hormonas hipofisarias regulan la cantidad de azúcar (glucosa) en la sangre de los animales.
Sus hallazgos le valieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1947. Un premio que lo posicionó como el primer científico de América Latina en recibir un premio nobel de esa categoría, y el consecuente reconocimiento internacional.
A lo largo de los últimas cinco décadas, el doctor Bernardo Houssay ha sido recordado por su compromiso con el desarrollo científico; por su participación permanente en la promoción del progreso científico nacional así como en su colaboración en la creación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Historia personal
Bernardo Houssay nació el 10 de abril de 1887. Sus padres fueron Alberto Guillermo Houssay y Clara Laffont, ambos inmigrantes franceses. Desde que era un niño el conocimiento general que había desarrollado acerca de muchas temáticas le permitieron sortear los grados de primaria. Así, con tan sólo 13 años, recibió el título de bachiller en la Escuela Normal de Buenos Aires.
Cuatro años más tarde, a los 17 años, Houssay terminó la Escuela de Farmacia y Bioquímica. A los 23 se recibió de médico en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Su tesis sobre el estudio de la acción de los extractos hipofisarios le valió un diploma de honor.
Carrera profesional
Entre 1915 y 1919 Houssay trabajó en el Instituto de Bacteriología, Química y Conservatorio de Vacuna Antivariólica, hoy Instituto Nacional de Microbiología “Dr. Carlos G. Malbrán. Allí dirigió el departamento de Sueros y participó de la campaña nacional sobre antídotos de víboras que se llevó a cabo en el país.
En el mismo organismo que años más tarde sería el Instituto Malbrán, conoció a su esposa María Angélica Catán, química graduada en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Ambos compartieron el interés por el estudio de las toxinas del veneno de las víboras.
Houssay tuvo una carrera docente también destacada. En 1919 fue nombrado profesor titular de Fisiología y director del Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Desde entonces, dedicó su vida entera a la docencia y a la investigación.
Reconocimientos
En 1922 recibió el Premio Nacional de Ciencias por su trabajo de Acción fisiológica de los extractos hipofisarios, antecedente base de las investigaciones con las que finalmente construyó los estudios que le permitieron ganar el premio nobel.
Houssay comprendió cómo interactúan la glándula pituitaria (o hipófisis) y el páncreas en la regulación del metabolismo de la glucosa. Construyendo sentido científico en esta dirección postuló que equilibrando las hormonas que producen la glándula pituitaria era posible controlar la diabetes. Debido a este trabajo, en 1947, recibe el Premio Nobel de Medicina o Fisiología.
Su gran trabajo le otorgó distintos reconocimientos a nivel internacional. Algunos de ellos fueron los nombramientos de doctor honoris causa en 27 universidades, entre las que se encuentran la Universidad de París, la Universidad de Harvard y la Universidad de Oxford.
Más aportes
Asimismo, Houssay fue uno de los fundadores de la Sociedad Argentina para el Progreso de las Ciencias y su presidente entre 1934 y 1957. Asociación considerada antecesora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), creado en 1958. Bernardo Houssay presidió el CONICET desde su fundación hasta su muerte.
«El verdadero patriotismo está en trabajar correctamente y someter su resultado a la discusión mundial, lo que mostrará la importancia real de nuestros estudios; está también en enseñar el método y estimular el amor a la ciencia a los que nos rodean; en no temer el sacrificar las horas y posponer sus estudios para que se formen los discípulos; en estimular la crítica, en exigir el respeto y la ayuda para los que valen; en luchar por corregir lo malo o deficiente», fragmento del discurso de Bernardo Houssay durante la premiación del Premio Nacional de Ciencias de 1922.