Por Agostina Bordunale.
¿Cómo es que el cauce de un río se parece a nuestros intestinos?
Puede que el título que encabeza esta nota resulte un poco redundante, dado que ya es conocido en el ámbito de las ciencias naturales, que los ríos y su biodiversidad son muy importantes. Sin embargo, el subtítulo que le sigue puede sonar un poco extraño… pero sigan leyendo, que vamos a tratar de entender por qué se parecen los ríos a nuestros intestinos.
En un artículo publicado recientemente en la prestigiosa revista Scientific American se destaca la importancia que tienen los organismos que habitan en las zonas más profundas de los cauces de agua para mantener en equilibrio ríos y arroyos, y los describen en un modo muy similar a la enorme importancia que tiene la microbiota que habita en nuestros cuerpos. Veamos un poco más en detalle esta semejanza.
Nuestros cuerpos están repletos de microorganismos que nos ayudan a mantener un buen estado de salud. Muchos de estos organismos se encuentran en nuestros intestinos. Allí ejercen un papel clave en el proceso de digestión de alimentos, pero también en la incorporación de vitaminas, minerales y grasas. Además influyen en el desarrollo de nuestro sistema inmunológico y en la producción de neurotransmisores que regulan las funciones cerebrales, el comportamiento y el metabolismo. Sin estos organismos nuestros cuerpos no podrían funcionar correctamente.
Imagen: Intestino humano, en la imagen ampliada se observa el interior de esos tejidos con los respectivos microorganismos que forman parte de nuestra biota intestinal.
Fuente: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0026-17422018000600007
Al igual que nuestro cuerpo, los ríos necesitan de muchos organismos para funcionar correctamente. Sabemos que los ríos albergan un gran número de organismos vivos. Desde pequeñas algas microscópicas que están flotando en el agua hasta grandes árboles bordeando su curso, también animales: moluscos, gusanos, insectos, peces, incluso aves y mamíferos.
La mayor parte de estos organismos son visibles a simple vista, los vemos adheridos a rocas, nadando en las corrientes del río e incluso entre la vegetación acuática. Sin embargo, la gran mayoría de los organismos que mantienen vivo y saludable a un río se encuentran en las capas más profundas de su cauce, en la región denominada zona hiporreica.
Esta región cumple un rol fundamental para mantener el equilibrio dinámico entre todos los factores que determinan el estado de salud del río. Es una zona de transición en la que se produce un intercambio constante de diferentes materiales y elementos químicos que están presentes en el curso de agua. Esta zona tiene agua, pero esta no fluye a la misma velocidad que el agua del río sino que lo hace mucho más lento. A lo largo de ese trayecto el agua superficial entra en contacto con la zona hiporreica, allí se producen diferentes procesos biológicos y geo-físico-químicos. El agua se filtra y purifica gracias a los diferentes microorganismos y elementos químicos presentes en la zona hiporreica.
Imagen: Esquema de un curso de agua en el que se puede apreciar el intercambio de agua (flechas blancas) que ocurre entre las distintas capas. Fuente: modificada de https://www.deschuteslandtrust.org/news/blog/2021-blog-posts/hyporheic-zone
Los organismos presentes en esta zona son cruciales para que el río se mantenga sano. Suele compararse la biota de la zona hiporreica con la presente en nuestros intestinos, sin esos organismos nuestro cuerpo – y en este caso el río- no puede funcionar correctamente. Los organismos de la zona hiporreica son ingenieros ecosistémicos. Modifican el entorno constantemente. Están en movimiento, se desplazan entre esta región y la de agua superficial, transformando la superficie, aireando el sustrato y creando espacios para que otros organismos microscópicos proliferen. Además metabolizan materia, forman parte del ciclo de Carbono, Nitrógeno y Fósforo. Transforman materia inorgánica en alimento para otros organismos del río.
Pero en muchos casos, lamentablemente, esta zona tan importante ha desaparecido debido a prácticas humanas que intentan modificar los ríos. Este es el caso que aborda el artículo que mencionamos al inicio, el de un complejo de arroyos llamado Thornton Creek, ubicado en Estados Unidos, más precisamente en la localidad de Seattle. Gran parte del curso de estos arroyos recorre la ciudad, en varios sectores se canalizaron curvas y tramos enteros con cemento y rocas. Esto trajo serios problemas para el ecosistema natural y por supuesto para la ciudad. Las inundaciones se volvieron más frecuentes e intensas a causa de esto, provocando daños en casas y calles de la ciudad. Muchos organismos que habitaban esos arroyos, como el salmón, desaparecieron porque no encontraban alimento o porque el agua era demasiado turbia, había arrastrado muchos contaminantes y fluía mucho más rápido.
Al modificarse la zona hiporreica de estos cursos de agua, no solo se afectó su recorrido sino también todos los procesos químicos, físicos y biológicos que mencionamos anteriormente. Si se pierde la estructura de la zona hiporreica, se altera el correcto funcionamiento del cauce de agua, sus procesos y habitantes.
Imagen: Río Suquía en la zona que corresponde al Puente Gob. Mestre en la ciudad de Córdoba.
Fuente: https://twitter.com/ObraPublicaCBA/status/1285280542708109313/photo/1
En este complejo de arroyos, algunos investigadores lograron restituir -en parte- la zona hiporreica. Luego de hacer múltiples análisis y estudios de los arroyos, procedieron a modificar esas curvas que habían sido canalizadas. Agregaron rocas y troncos para que el agua disminuyera su velocidad y permitiera que poco a poco la zona hiporreica pudiera reconstruirse naturalmente. Además “sembraron” insectos, bacterias y vegetación que recolectaron de zonas sanas de otros tramos de esta red de arroyos, para que estos organismos paulatinamente recolonizaran la zona hiporreica y el resto de la columna de agua de los arroyos afectados.
Después de varios intentos a lo largo de los años, consiguieron que la zona hiporreica de esos sectores recupere algunos organismos vivos, que a su vez, permitieron que los arroyos vuelvan a funcionar como filtro de contaminantes y también como hábitat de plantas, animales, bacterias. Si bien ciertos organismos reaparecieron, muchos otros aún siguen faltando. El proceso de recuperación lleva tiempo y muchas veces no se pueden restaurar por completo los ecosistemas que han sido afectados. Sin embargo, este proyecto puede servir como antecedente, basándonos en estas experiencias podemos mejorar la calidad de cursos de agua que han sufrido alteraciones similares por actividades humanas.
Imagen: El equipo que trabajó en la restauración del arroyo en Thornton Creek. Fuente: https://www.scientificamerican.com/article/to-revive-a-river-restore-its-hidden-gut1/ – Jelle Wagenaar.
En Córdoba también tenemos cursos de agua modificados por acciones humanas. Tanto el río Suquía -o Primero- como el arroyo La Cañada, que atraviesan la ciudad de Córdoba, han experimentado una serie de transformaciones que han afectado su equilibrio natural y el de las especies que allí habitan.
El arroyo La Cañada se desbordó en varias ocasiones en la antigüedad provocando numerosos daños y muertes en los asentamientos cercanos al arroyo. Ante los reiterados desbordes que ocurrían por las lluvias se decidió construir un muro con paredes construidas con piedras extraídas del lecho del río (canto rodado) y cal, el calicanto, para contener las crecidas. Sin embargo, en una nueva crecida estas murallas se destruyeron por lo que años más tarde el proyecto se reorganizó y comenzó la construcción de las murallas que actualmente contienen al arroyo la Cañada a lo largo de 3 km en nuestra ciudad.
Imagen: Arroyo La Cañada actualmente, contenido por las murallas construidas en el siglo XX.
Fuente: https://www.cordobaturismo.gov.ar/experiencia/ciudad-de-cordoba-circuito-la-canada/
El río Suquía también fue modificado desde mediados de siglo XIX con intervenciones que apuntaban a controlar las inundaciones que periódicamente ocurrían. Se construyeron muros a cada lado del río en 1870 y en 1950 iniciaron el proceso de canalización del río que nunca se terminó de completar pero que ha modificado varios kilómetros del cauce del Suquía a lo largo de la ciudad de Córdoba. Paralelamente a estas modificaciones, el río ha sido depósito en las últimas décadas de múltiples desechos urbanos, cloacales, industriales y agroindustriales. Todo esto ha impactado negativamente en la zona hiporreica, sus organismos vivos y funciones. Las inundaciones en esos sectores, en los últimos años, han sido más intensas y problemáticas para la población.
A su vez, numerosos estudios han registrado contaminación en las aguas y organismos del Suquía. Investigaciones llevadas a cabo por profesionales de la Universidad Nacional de Córdoba(*) han evidenciado problemas de desarrollo y presencia de contaminantes en varias especies, por ejemplo, de peces que naturalmente habitan el río Suquía. Esto se relaciona con contaminantes de vehículos y productos químicos, que son arrastrados por las lluvias hacia las aguas del río y también por los vertidos de aguas cloacales e industriales. Al no poder depurar y filtrar correctamente esos sedimentos y componentes tóxicos, por la constante contaminación y por la falta de una zona hiporreica sana y equilibrada, las aguas superficiales del río arrastran contaminantes aguas abajo contaminando nuevas zonas.
Imagen: Río Suquía en su paso por la ciudad de Córdoba, repleto de basura y contaminantes.
Fuente: https://lmdiario.com.ar/contenido/210321/rio-suquia-un-valioso-patrimonio-afectado-por-la-accion-humana
Resulta clave reconocer la importancia que cada elemento que forma parte de los ríos tiene a la hora de mantener el equilibrio de esos ecosistemas. Si alguno de esos elementos se modifica, también se va a alterar el conjunto de organismos con los que interacciona. Si bien, hemos visto, hay posibilidades de restaurarlos y devolverles su estado original, es mucho mejor evitar prácticas que dañen a nuestros ríos e implementar proyectos de conservación integral que se preocupen no solo por la calidad del agua sino por todos los elementos que contribuyen a que el río siempre esté en un estado de sano equilibrio.
Fuentes:
- https://www.scientificamerican.com/article/to-revive-a-river-restore-its-hidden-gut1/
- Álvarez, J., Real, J. M. F., Guarner, F., Gueimonde, M., Rodríguez, J. M., de Pipaon, M. S., & Sanz, Y. (2021). Microbiota intestinal y salud. Gastroenterología y Hepatología, 44(7), 519-535. https://doi.org/10.1016/j.gastrohep.2021.01.009
- Novello, M. A. (2015). Gestión ambiental del espacio fluvial del río Suquía. Área urbana ciudad de Córdoba. PENSUM, 1(1).
(*) Publicaciones de investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba:
- Amé M.V., Ballesteros M.L., Bistoni M., Hued A.C., Monferrán M.V., Wunderlin D.A. (2019) Effects of River Pollution on Its Biota: Results from a 20-Year Study in the Suquía River Basin (Córdoba, Argentina). In: Gómez-Oliván L. (eds) Pollution of Water Bodies in Latin America. Springer, Cham. https://doi.org/10.1007/978-3-030-27296-8_11
- Merlo, C., Abril, A., Amé, M. V., Argüello, G. A., Carreras, H. A., Chiappero, M. S., & Solís, V. M. (2011). Integral assessment of pollution in the Suquía River (Córdoba, Argentina) as a contribution to lotic ecosystem restoration programs. Science of the Total Environment, 409(23), 5034-5045. https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2011.08.037
- Maggioni, T., Hued, A.C., Monferrán, M.V. et al. Bioindicators and Biomarkers of Environmental Pollution in the Middle-Lower Basin of the Suquía River (Córdoba, Argentina). Arch Environ Contam Toxicol 63, 337–353 (2012). https://doi.org/10.1007/s00244-012-9785-0
- Zambrano, M. J., Rautenberg, G. E., Bonifacio, A. F., Filippi, I., Amé, M. V., Bonansea, R. I., & Hued, A. C. (2018). Effects of water quality on aspects of reproductive biology of Cnesterodon decemmaculatus. Science of the Total Environment, 645, 10-21. https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2018.07.084