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Por Armando Mudrik

En el mes de julio, la Luna alcanzará la fase llena el día 13 a las 15:37 hora argentina. En este momento del ciclo de fases, la Luna es visible durante gran parte de la noche, saliendo hacia el atardecer y poniéndose hacia el amanecer.

Hasta acá, todo como de costumbre, pero puede llegar a resultar interesante (y de hecho lo es para astrólogos como veremos más adelante) que la Luna alcanza la fase llena más o menos al mismo tiempo que en su órbita elíptica realiza su mayor aproximación a la Tierra, posición llamada perigeo. En los últimos tiempos se ha puesto de moda describir estas lunas llenas como «superlunas», un término que se originó entre astrólogos estadounidenses a finales de la década de 1970.

En particular, el término «superluna» fue acuñado por el astrólogo Richard Nolle para describir la Luna llena o nueva cuando está a menos de 359.000 km de la Tierra. Eso es un 6% más cerca que la distancia media entre la Tierra y la Luna, que es de 384.400 km. A pesar de estar más cerca de lo habitual, las superlunas son más bien ordinarias y, según la definición de Nolle, tienen lugar varias veces al año.

La distancia de la Luna a la Tierra varía porque su órbita no es perfectamente circular, sino que tiene una forma ligeramente ovalada, trazando una trayectoria llamada elipse.

A medida que la Luna recorre esta trayectoria elíptica alrededor de la Tierra cada mes, su distancia varía en un 14%, entre 356.500 km en el perigeo (la mayor aproximación a la Tierra) y 406.700 km en el apogeo (la mayor distancia a la Tierra).

En este contexto, el tamaño angular con el que observamos su disco también varía en el mismo factor, entre 29,4 minutos de arco y 33,5 minutos de arco celeste (ver imagen inferior). Cuando la Luna llena coincide con el perigeo, parece ligeramente más brillante que en otros momentos, pero la diferencia es tan pequeña que resulta imperceptible para el ojo inexperto.

El siguiente gráfico muestra el tamaño de la Luna llena de este mes en comparación con el mayor (en el perigeo) y el menor (en el apogeo) tamaño posible de una luna llena observada en el cielo, graficado a escala. Crédito: https://in-the-sky.org

En 2022, hay dos Lunas llenas lo suficientemente cerca del perigeo como para calificarlas de «superlunas» según la definición más común del término: la acontecida ya el 14 de junio y la del próximo 13 de julio.

Para destacar la sutileza de los cambios de tamaño de la Luna, el gráfico siguiente muestra la variación del tamaño angular aparente (en minutos de arco celeste) de la Luna en cada una de las lunas llenas de 2022.

La ilusión de la superluna sobre el horizonte

Aunque la Luna no es notablemente más grande en la noche de la superluna, al menos no sin algún tipo de herramienta de medición astronómica, mucha gente saldrá a tratar de ver una enorme Luna llena, y lo más probable es que la perciba en el momento en que la misma sale por el horizonte oriental, asomando sobre árboles, cerros o edificios, dependiendo del contexto. Este es un fenómeno de percepción común, que, para quienes trabajamos en divulgación científica y dialogamos con un público diverso ávido en el tema, estamos acostumbrados a que nos pregunten “¿Por qué la Luna se ve más grande cuando sale?”.

Si estamos acostumbrados a pensar siguiendo una lógica articulada en la física, podríamos al principio suponer que este se trata un efecto de tipo “lupa” provocado por la atmósfera. Pero veamos por qué no sería este el caso.

La atmósfera terrestre es un medio no homogéneo caracterizado a grandes rasgos por capas de diferente densidad, temperatura y presión, donde cada uno de éstas propiedades disminuyen con el aumento en altura. Por lo tanto, cuando la luz proveniente de un cuerpo celeste (ya sea la Luna, el Sol, planetas o estrellas) atraviesa las diferentes regiones de nuestra atmósfera hasta llegar a un observador en tierra, sufre diferentes refracciones; resultando así en un cambio de dirección que en general produce que el objeto celeste sea observado más alto, respecto al horizonte, de lo que se supone estaría si no existiera atmósfera. Este proceso físico se acentúa o es más notable a medida que los astros se acercan al horizonte. Por esto, esta refracción astronómica provoca que los discos observados de objetos extensos como el Sol o la Luna sean vistos con forma de óvalo pero sin un aumento en su tamaño (ver imagen inferior). Esta es la manera en la que la atmósfera afecta la producción de las imágenes de los objetos celestes, por lo que existe un acuerdo en reconocer de que la observación de una gran Luna cerca del horizonte no se trata de un “fenómeno óptico”.

 

Los rayos del Sol poniente (abajo) son refractados por la atmósfera y hacen que parezca más alto en el cielo, visto por un observador [imagen superior]. El limbo inferior del disco solar se eleva más que el limbo superior, generando una imagen tal que su forma sea ovalada. Crédito: https://atoptics.co.uk/atoptics/sunflat.htm

 

Particularmente, el fenómeno de percibir la Luna más grande cerca del horizonte científicamente se reconoce como la “ilusión de la Luna”, y no es más que una ilusión óptica. Cualquier fotografía revelará que la Luna tiene exactamente el mismo tamaño, independientemente de si aparece en el horizonte o directamente en lo alto. 

Aun así, la llamada «ilusión lunar» hace que la Luna parezca más grande cuando se mira a lo largo del horizonte y puede reforzar el mito de la “superluna”.

Nadie entiende muy bien por qué se produce la ilusión de la Luna, pero he aquí dos de las teorías que los psicólogos creen que podrían explicar este efecto.

Por un lado, una de las teorías afirma que nuestro cerebro percibe la distancia al cielo directamente en lo alto como más cercana que la distancia al horizonte. Pensamos que la Luna debe ser más grande a lo largo del horizonte porque percibimos la distancia al horizonte como más lejana. ¿No les convence esta teoría? Miren la imagen inferior. La línea superior en amarillo parece más grande que la inferior. Pero mida usted mismo y, sorprendentemente, encontrará que las líneas tienen el mismo tamaño.

La imagen demuestra la Ilusión de Ponzo, una ilusión óptica que explica por qué la Luna parece más grande cerca del horizonte. Crédito: Sky&Telescope

 

Por otra parte, psicólogos también han sugerido que una Luna en lo alto parece más pequeña porque está rodeada de espacio vacío, mientras que una Luna cerca del horizonte parece más grande yuxtapuesta a árboles y edificios. La imagen inferior muestra dos círculos naranjas de idéntico tamaño. Pero el círculo naranja de la derecha parece más grande que el de la izquierda debido a su tamaño relativo con respecto a los círculos circundantes.


La ilusión de Ebbinghaus dice que percibimos el tamaño de un objeto en función del tamaño relativo de su entorno. Los dos círculos naranjas de esta imagen son de idéntico tamaño, pero el de la derecha parece más grande porque está rodeado de círculos más pequeños. Crédito: Sky&Telescope

Sea cual sea la ilusión que esté operando en el efecto de observar la Luna “más grande” cerca del horizonte, los invitamos a que intenten sacar tres fotos de la Luna llena en tres momentos de su recorrido en el cielo. Una cerca de su salida por el horizonte oriental, otra en el momento en el que alcanza su mayor altura respecto al horizonte, y por último, otra fotografía en la que la Luna ya esté cerca del horizonte occidental.

Comprobarán que en las imágenes nuestro satélite natural siempre presenta el mismo diámetro aparente, o sea, el mismo tamaño en el cielo, no habiendo diferencias cerca del horizonte o en el meridiano de un observador.

Fuentes

 

https://www.pnas.org/doi/full/10.1073/pnas.97.1.500

https://www.astropro.com/features/articles/supermoon/

https://in-the-sky.org/news.php?id=20220713_08_102

https://earthsky.org/astronomy-essentials/refraction-distortion-moon-sun-near-horizon/