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La Tierra y los organismos vivos que la habitan han ido cambiando desde los orígenes del planeta.  A lo largo de esas transformaciones muchas especies de animales desaparecieron. Hoy sólo podemos observarlas y estudiarlas a partir del registro fósil.  Uno de los grupos de artrópodos (crustáceos, insectos, arácnidos, etc.) más abundantes de la era Paleozoica fue el de los trilobites (clase Trilobita). Aparecieron en el registro fósil del período Cámbrico, hace 520 millones de años. Desaparecieron por completo luego de la extinción masiva del Pérmico, hace unos 250 millones de años. 
Los trilobites fueron protagonistas de los ecosistemas marinos durante 300 millones de años. Según los registros estos animales habitaban los océanos; aunque algunos fósiles revelan que podrían haber habitado otro tipo de ambientes como los esteros en los que la profundidad de los cuerpos de agua fluctuaba debido a las mezclas de las masas de agua salada con las de agua dulce de los ríos.
Representación de trilobites en el océano.
Características
El cuerpo de los trilobites estaba dividido en tres regiones: el cefalón (cabeza), el tórax y el pigidio (cola). A su vez, cada región estaba formada por segmentos articulados entre sí. 
En términos generales, el cuerpo de los trilobites era muy parecido al de los bichos bolita (Oniscidea) de hoy.
Partes del cuerpo de un trilobite.
Una de las razones que explican que este grupo de artrópodos haya sobrevivido tantos millones de años en la Tierra es el “caparazón”. Una cobertura constituida por una capa externa de carbonato de calcio (CaCO₃), parecida a aquella con la que se protegen los cangrejos. La dureza del CaCO₃ permitía a los trilobites protegerse del entorno y de sus predadores y las articulaciones de los segmentos del cuerpo les permitía enrollarse sobre sí mismos.
Estudios recientes demuestran que, al igual que varios artrópodos, los trilobites respiraban a través de pequeñas branquias que se encontraban en sus patas. Lo que al parecer les dio la oportunidad de habitar lugares con poca cantidad de oxígeno y sobrevivir en etapas en que otros grupos de organismos se extinguieron masivamente.
Gracias al registro fósil, se conocen alrededor de 22 000 especies de trilobites. La mayoría de los fósiles analizados conservan la forma del exoesqueleto pero prácticamente nada de las partes blandas del organismo.
No obstante, hace unas semanas un grupo de investigadores publicó en la revista científica Nature el artículo Uniquely preserved gut contents illuminate trilobite palaeo physiology donde describen un ejemplar de trilobites hallado en República Checa que presentaba restos de contenido estomacal en su interior. Un hallazgo que abre una nueva posibilidad de conocer en detalle la alimentación y biología de los trilobites. 
A partir de un proceso numérico que emplea fotografías del fósil, los científicos reconstruyeron un modelo 3D que permite visualizar el tamaño del trilobite, el estómago y su contenido. Descubrieron que este trilobite se había alimentado principalmente de ostrácodos (crustáceos), hiolitos, equinodermos estilóforos y algunos bivalvos (moluscos). 

Hiolito (Hyolitha).
Ostrácodos.

Esquema de equinodermo estilóforo.
Bivalvos actuales.
Lo llamativo del análisis realizado por los científicos fue que los restos de los caparazones de los animales con los que se había alimentado el trilobites estaban bastante enteros. De modo que fue posible inferir que el pH del estómago del trilobite era aparentemente muy alto. Una condición que habría evitado la intoxicación por exceso de iones de calcio en la circulación de hemolinfa (sangre de los artrópodos). 
Esta novedosa observación permite comparar la digestión de los trilobites extintos con artrópodos actuales y analizar la evolución de las enzimas digestivas y de los procesos de alimentación.
Modelo del exoesqueleto del trilobite y su contenido estomacal (en color cada tipo de alimento distinguido en el análisis: rojo/anaranjado: estilofóros; violeta: hiolitos; azul: ostrácodos; celeste: bivalvos; verde: indeterminado).
Este nuevo estudio ayuda a conocer un poco mejor cómo los trilobites se alimentaban y suma más información para poder reconstruir la historia de los ambientes del pasado.
Fuentes

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