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8 minutos de lectura

¿Cuándo llegaron los primeros humanos a América?

El momento de llegada y expansión de los humanos a través del continente americano es un tema de interés de investigación constante. 

Las primeras investigaciones dependieron de la datación de la evidencia arqueológica. Y posteriormente, además, fueron respaldadas con estudios genéticos. 

Durante décadas se alcanzó un consenso científico que apoyó la idea de que la ocupación de América habría ocurrido, por lo menos, hace unos 15 000 años. 

Sin embargo, ese punto de vista acaba de ser desafiado por la investigación Evidence of humans in North America during the Last Glacial Maximum realizada por un equipo liderado por  Matthew R. Bennett, profesor de Ciencias medioambientales  y geográficas en  la universidad inglesa de Bournemouth, publicada en Science en septiembre de 2021.

Nota. Adaptado de Evidence of humans in North America during the Last Glacial Maximum (pp. 1528-1531), por Matthew Bennett, 2021, Science, 373 (6562).

La investigación a cargo de Bennett sostiene que los humanos estuvieron presentes en el norte del continente americano hace entre 21 000 y 23 000 años, antes de que los avances glaciares del Último Máximo Glaciar cerrasen el Corredor Libre de Hielo y la Ruta Costera del Pacífico, impidiendo la migración humana desde Asia.

Causas de la preservación

La investigación llevó a cabo nuevas dataciones de carbono en  semillas de Ruppia cirrhosa (planta acuática), y polen, descubiertas a lo largo de 1,5 kilómetros de huellas humanas fosilizadas en lo que hasta el fin del Último Máximo Glacial (última Edad del Hielo) había sido el Lago Otero del Parque Nacional White Sands  del estado estadounidense de Nuevo México.

En este tipo de investigación se analiza la cantidad de carbono absorbido por el organismo (en este caso se tomaron de muestra las semillas de Ruppia  que cubrían las huellas) y gracias a esto es que se obtuvo el rango de antigüedad en un período de tiempo.

La preservación de los microfósiles (huellas, semillas, polen) fue posible porque la última glaciación coincidió con una de las oscilaciones climáticas globales dramáticas pero fugaces, la Dansgaard-Oeschger 2, consistente en un período de calentamiento abrupto seguido de un período de enfriamiento lento.

Ese cambio climático redujo los niveles del Lago Otero, que hace entre 36 mil y 19 mil años atrás, fue uno de los más grandes lagos perennes de la cuenca Tularosa de White Sands. 

Después del cambio climático, el Lago Otero se transformó  en una playa. Permitiendo, pues, que humanos y diversa megafauna caminaran sobre superficies recientemente expuestas.

Hoy el Lago Otero es una cuenca de agua que se forma de manera temporal.

Nota. Adaptada de White Sands has the largest collection of fossilized human footprints {Fotografía} por Plaza Cielo Tierra, 2024, National Park Service (https://www.nps.gov/whsa/learn/nature/fossilized-footprints.htm?utm_source=chatgpt.com).

Otras fechaciones

Aunque las fechas en sí mismas constituyen datos objetivos, su significado requiere a menudo una interpretación sustancial de la estratigrafía, el ambiente de deposición y las incertidumbres en los propios métodos de datación.

De ahí que otros científicos, en un artículo más reciente que el publicado por el equipo de Bennett en 2021, proponen una hipótesis distinta.

Publicado en enero de 2024 en Quaternary Research de Cambridge University Press a lo largo del estudio The Pleistocene footprints are younger than we thought: correcting the radiocarbon dates of Ruppia seeds, Tularosa Basin, New Mexico el  geoarqueólogo y geomorfólogo estadounidense David M. Rachal, el doctor en Antropología y arqueólogo Robert Dello-Russo y el analista de datos científicos, Matthew Cuba, exploran la posibilidad de que los materiales vegetales datados por el equipo de Bennett, se hubiesen depositado en un ambiente de costa inestable y dinámico después de haber sido transportados desde el arroyo Salt Creek¹.

Investigación de Rachal, Bello-Russo y Cuba

El equipo de Rachal, aplicó técnicas de analogía moderna. Comparó la composición de los isótopos de carbono de las semillas fósiles de Ruppia cirrhosa con fechas de radiocarbono de plantas modernas de la misma especie, que crecen en Salt Creek.

El objetivo fue calcular un rango de edad máxima límite para las huellas. 

El equipo de Rachal cambió el sistema de datación porque consideró fundamental considerar el efecto que puede causar el agua dura (agua con alta concentración de minerales) en las muestras de plantas. 

El agua dura puede aumentar la antigüedad arrojada por las muestras, y en consecuencia, producir como resultado muchos más años de los reales. 

Así, fue como, en concreto, el estudio del grupo liderado por Rachal dió como resultado que las 61 huellas analizadas tendrían una antigüedad de entre 15 500 y 13 000 años. Es decir, unos 7 500 años menos que la señalada en las dataciones de Bennett.

Vale destacar que el kilómetro y medio de huellas fósiles encontrados en el Parque Nacional de White Sands es el registro de icnofósiles del Pleistoceno más extenso del mundo. 

Nota. Adaptado de White Sands National Park {Infografía} por Plaza Cielo Tierra, 2025, Apple Maps (https://bit.ly/40PMO6p).

Otros antecedentes

Las huellas se ubican en los alrededores del Lago Otero que pertenece a la cuenca Tularosa cuya superficie es de 14 000 km 2. 

Cuando comenzó el fin de la Última Máxima Glaciación, la erosión eólica formó playas de yeso en los márgenes del lago, justamente donde quedaron impresas las huellas humanas sobre barro blando.

Se estima que gracias a este fenómeno es que las pisadas de humanos y animales quedaron fosilizadas pudiendo ser estudiadas en la actualidad. 

En el presente, el lago está conformado por dunas llamadas Alkali Flat.

Al ser observadas las primeras huellas se procedió a realizar excavaciones. 

En total se excavaron siete horizontes estratigráficos y se encontraron 61 huellas humanas.

Interacción entre humanos y  grandes animales

El hallazgo de las huellas humanas al lado de la de animales de la megafauna de la etapa del Pleistoceno confirman la coexistencia animal y humana en tiempos remotos. 

En tal sentido, se encontraron icnofósiles de mamut (orden proboscidea), perezoso terrestre (suborden folivora), de animales del orden carnívora (cánidos y félidos), y del orden cetartiodactyla (bóvidos y camélidos). 

Sumado a la participación humana, el paisaje en el cual fueron creadas las huellas era totalmente distinto al que observamos hoy: menos árido que el desierto actual y con abundante vegetación. 

El cambio climático provocó que la vegetación disminuyese y fuera éste otro factor perjudicial para la reproducción de la megafauna.

Entonces, la investigación confirma la coexistencia de humanos con la megafauna del norte de América, y permite establecer posibles vínculos entre aquellas especies hace 15 000 años, como así también aproximarse al modo de organización de estos grupos humanos.

Huellas de jóvenes y niños

De acuerdo al estudio de Bennett, la mayoría de las huellas pertenecen a adolescentes y niños. De hecho, se registraron pocas huellas de adultos. 

Al respecto los investigadores interpretaron una posible división del trabajo en la que los adultos se encargaban de actividades específicas y los niños y adolescentes de llevar y traer los elementos y materiales de trabajo.

Las huellas quedaron impresas marcando un recorrido de ida y vuelta, en un kilómetro y medio aproximadamente.

Presentan una anatomía similar a la del humano moderno: talones pronunciados, almohadillas en dedos y arcos.

Al mismo tiempo, se observa que las pisadas son más planas y con almohadillas más largas que las de los hombres modernos, lo cual tiene relación con el desplazamiento a pie de los pobladores.

El estudio del equipo encabezado por Bennett estima que la mayoría de las huellas pertenecen a una mujer de corta edad (adolescente) y, por tramos, a un niño.

Los científicos han observado cómo las huellas se imprimieron con mayor profundidad en partes del recorrido, por lo que les hace suponer que la persona adolescente habría alzado a la criatura, por momentos, de un lado y otro del cuerpo y también que el niño habría caminado en pequeños tramos.

Referencias

  • Bennett, M., Bustos, D., Pigati, J., Springer, K. Urban, T., Holliday, V., Reynolds, S., Budka, M., Honke, J., Hudson, A., Fenerty, B., Connelly, C., Martínez, P., Santucci, V. y Odess, D. (2021). Evidence of humans in North America during the Last Glacial Maximum. Science, 373 (6562), 1528-1532. https://doi/10.1126/science.abg7586
  • National Park Service. (September 24, 2024). Fossilized Footprints. https://www.nps.gov/whsa/learn/nature/fossilized-footprints.htm
  • Bennett, M., Bustos, D., Pigati, J., Springer, K. Urban, T., Lallensack, J., Budka, M., Santucci, V., Martínez, P., Wiseman, A. y Reynolds, S. (2020). Walking in mud: Remarkable Pleistocene human trackways from White Sands National Park (New Mexico). Quaternary Science Reviews, 249, https://doi.org/10.1016/j.quascirev.2020.106610
  • Rachel, D., Dello-Russo, R. y Cuba, M. (2024). The Pleistocene footprints are younger than we thought: correcting the radiocarbon dates of Ruppia seeds, Tularosa Basin, New Mexico. Quaternary Research, 117, 67-78. https://doi.org/10.1017/qua.2023.74

 

¹Hoy el arroyo Salt Creek es estacional. Fluye a través de las llanuras de White Sands, y se encuentra muy cerca de la orilla oriental del Lago Otero.

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