Hace 112 millones de años, en lo que hoy es el Norte de África, vivió uno de los reptiles gigantes más enigmáticos de la era de los dinosaurios, el Spinosaurus. Con una longitud de 16 metros y un peso de 6 toneladas fue el dinosaurio carnívoro más grande que existió, superando en tamaño y peso a un Tiranosaurus Rex adulto! Entre sus características físicas más sobresalientes encontramos una gran vela dorsal que recorría todo su lomo hasta su cola y una cabeza alargada como la de los cocodrilos. Sus restos fueron encontrados en Egipto en 1912 y durante muchos años se puso en duda su verdadera apariencia, su postura y sus hábitos como depredador.
Es uno de los dinosaurios cuyas representaciones sufrieron más cambios a lo largo de la historia. Gracias a los nuevos hallazgos, y en particular al hallazgo de nuevas partes de su cola, fue posible conocerlo mejor pero no solo en apariencia sino también en su comportamiento y dieta. Este último hallazgo de su cola, la cual como podemos apreciar en la imagen superior, tenía una forma aplanada, nos indica que podría haber sido el primer dinosaurio nadador.
¿Cómo se lo representaba hace algunos años?
La historia de este dinosaurio comienza cuando se encuentran sus primeros restos hace más de un siglo gracias al paleontólogo Ernst Freiherr Stromer von Reichenbach que entre los años 1910 y 1914 organizó una serie de expediciones a Egipto, donde encontraron decenas de fósiles. En una de sus primeras descripciones se lo imaginó sobre las patas traseras como un T. Rex desequilibrado, con una larga espalda repleta de espinas. Pero en las viejas enciclopedias se solía representar al Spinosaurus con un aspecto muy similar a otro animal prehistórico, el Dimetrodon, ya que ambos poseían esa gran vela en el lomo.
Al pasar los años nuevos restos se dieron a la luz, y además su popularidad fue en aumento poco a poco, ya que surgieron teorías de que podría llegar a superar en tamaño al famoso T. Rex y desplazarlo como el carnívoro más grande y feroz.
En esta imagen ya podemos ver a un Spinosaurus con una postura erguida, utilizando la cola como apoyo para mantener el equilibrio, algo que hoy en día sabemos que no ocurría. Sin embargo esta es la representación que más tiempo se mantuvo, puesto que se implementó luego de la segunda guerra mundial hasta fines del siglo XX.
Una nueva pista se añade ahora al enigma: su cabeza. En 1975, en el lecho Kem Kem (una formación geológica del período Cretácico inferior en Marruecos) se encontró parte de su mandíbula superior, alargada, con dientes cónicos, estrechos y agudos como los actuales cocodrilos, lo que le hizo pensar a los paleontólogos que posiblemente se trataba de un animal que pasaba gran parte del tiempo cazando peces o en el agua, ya que dicha cabeza es característica de depredadores de este medio. Por lo tanto a partir de ese año se origina una nueva concepción de su apariencia:
Mucho más erguido, con una apariencia más imponente y popularizado por completo gracias a la aparición como principal antagonista en la famosa película Jurassic Park 3 (2001) donde se pudo ver que era capaz de acabar con T. Rex!
Tradicionalmente el Spinosaurus es considerado bípedo, se sugirió en la década de 1970 que podía tomar una postura cuadrúpeda ocasionalmente, llevando a nuevas reconstrucciones que lo muestran así, pero esta hipótesis ha caído en desuso, por lo menos como postura principal.
El Spinosaurus pertenece a un grupo de dinosaurios llamado terópodos, carnívoros en su mayoría, bípedos y con tres dedos en sus patas traseras. Estos no eran capaces de rotar el antebrazo de modo que la palma se oriente hacia abajo, lo cual impediría una postura cuadrúpeda efectiva, aunque una postura de descanso sobre los lados de las manos si es posible. Un estudio publicado en 2014 de Nizar Ibrahim, Paul Sereno y colaboradores en que se describen nuevos fósiles de Spinosaurus, propuso que sus patas eran demasiado cortas para moverse eficientemente en tierra, obligándolo a ser cuadrúpedo para moverse por fuera de su ambiente acuático.
Esta fue la más reciente concepción del Spinosaurus si no fuera por un nuevo descubrimiento que se realizó en Abril de este año 2020 y que cambió mucho la imagen que se tenía hasta el momento.
Una pieza clave para descifrar este acertijo fue simplemente… ¡Su cola!
¿Es posible que sólo una parte del cuerpo de un dinosaurio cambie tanto todo lo que sabíamos acerca de él?
La pieza que faltaba
Entre 2015 y 2019 el Dr. Nizar Ibrahim, paleontólogo y explorador de National Geographic, encontró adaptaciones únicas en un dinosaurio que le permiten nadar.
Su equipo recuperó muchos fósiles del esqueleto, como una cola semejante a una aleta extraordinariamente completa, capaz de realizar un amplio movimiento lateral y caracterizada por espinas dorsales extremadamente largas. En Abril de este año, con la publicación de este estudio, se confirma que el descubrimiento cambia la comprensión de los científicos en lo que se refiere a la diversidad de los dinosaurios en general y del Spinosaurus específicamente.
El fósil de la cola hallada indica que se trata de la adaptación acuática más rara que se conoce sobre un dinosaurio. Recordemos que conceptualmente sólo se considera dinosaurio a los reptiles terrestres, por lo tanto si volaba o nadaba NO es considerado dinosaurio. El Spinosaurus reúne las características para ser considerado un dinosaurio, pero ¿qué nos dice su recientemente descubierta cola?
De muchas de las vértebras que componen la cola sobresalen una especie de puntales delicados de casi 60 centímetros de largo que le dan esa forma de remo. Hacia el final, estas protuberancias óseas que sirven para engranar las vértebras adyacentes prácticamente desaparecen, lo que habría permitido que la cola ondulara y propulsara al animal por el agua. Es probable que el Spinosaurus pudiera desplazarse por el ecosistema fluvial donde vivía o que incluso persiguiera a los enormes peces que probablemente depredaban gracias a esta adaptación.
Las evidencias de la cola que se han analizado han fortalecido el argumento a favor de que el Spinosaurus era plenamente capaz de desplazarse por el agua. Pasaba mucho tiempo bajo el agua y quizá cazaba presas como si fuera un cocodrilo gigante, una función inequívoca por sus características: estamos en presencia de un dinosaurio semiacuático.
Estos últimos estudios dividió en dos las opiniones de los paleontólogos. Algunos reaccionaron de forma positiva, convencidos por los nuevos datos de que la microestructura del hueso es diferente en animales terrestres, voladores o aquellos que pasan la mayor parte del tiempo en el agua. En cambio, para otros paleontólogos las evidencias presentadas no cerraban el caso de que el Spinosaurus nadaba activamente. Estos investigadores pensaron que, como mínimo, el Spinosaurus comía peces en aguas poco profundas como actualmente lo hacen los osos grizzly y las garzas.
La ciencia siempre cambiante
Los cambios a lo largo del tiempo de la representación del Spinosaurus no es un caso aislado. La mayoría de los dinosaurios han atravesado estas etapas a lo largo de la historia, en donde nuevos descubrimientos cambian por completo la forma de verlos. La paleontología, al igual que todos los campos de estudio, va cambiando constantemente gracias a quienes investigan grandes o pequeños casos, cambiando la forma de pensar y ésta evoluciona como lo hicieron los grande reptiles hace millones de años. Siempre quedan cosas por resolver, y muchas veces los científicos no se ponen de acuerdo a cerca de muchos sucesos y esto provoca que no queden del todo claro, pero en eso consiste el conocimiento. Cada teoría o hipótesis en la ciencia surge de la observación y la experimentación, en pequeños o incluso minúsculos detalles, del estudio y de la práctica, y por sobre todo de la dedicación. De esta forma surgen y se resuelven los grandes enigmas en la historia.
¿Quién sabe qué nuevos descubrimientos se harán mañana, el año próximo o tal vez dentro de varias décadas? y con ello, ¿cuál será nuestra imagen del Spinosaurus en el futuro?. Nadie lo sabe. Más que producir desazón o hasta decepción, estas incertidumbres nos deben provocar entusiasmo por querer conocer algo más cada día. Ese es el espíritu que impulsa la búsqueda del conocimiento científico y a las ciencias todas.
Autor: Gabriel Pérez Álvarez