A lo largo de la historia diversos artistas han representado a través de sus obras las consecuencias de enfermedades que han afectado a la humanidad. El coronavirus no es la primera epidemia que nos perjudica mundialmente.
En esta nota queremos mostrar algunos artistas que se vieron afectados por grandes epidemias y que ante la adversidad pudieron presentar una aproximación de la realidad a la que estuvieron expuestos. Expondremos algunas obras de artistas europeos y latinoamericanos reconocidos y que inclusive llegaron a morir a causa de las epidemias que retrataron, como es el caso de Egon Schiele y a perder gran parte de su familia como Edvard Munch.
San Roque en el hospital (1549) – Jacopo Robusti “Tintoretto”
Es un óleo sobre lienzo que se encuentra en la Iglesia de San Roque en Venecia. Este pintor fue llamado así porque su padre era tintorero de sedas, fue uno de los representantes de la escuela veneciana que se vio influenciado por una corriente manierista imperante en Italia en esos tiempos, razón por la cual su obra aumentará los efectos de perspectiva escénica, fuertes contrastes entre luces y sombras y también las figuras se alargan mostrando pronunciados escorzos.
En esta obra observamos a San Roque realizando labor asistencial a unos enfermos con una sintomatología de peste bubónica, quien se distinguió por el auxilio a los enfermos de peste cuando en Italia estalló la primera gran epidemia en 1348, desde entonces fue un santo muy venerado en Europa, y se le invocaba para conseguir su protección frente a las plagas. Por esto sus representaciones son abundante y sus imágenes sirvieron para mostrar el sacrificio y el cuidado que tuvo con los enfermos, pero con el tiempo la leyenda de San Roque se distorsionó: se creía que curaba a los enfermos de peste mediante la señal de la cruz. En base a esta creencia Tintoretto presenta al santo en el momento de realizar una de sus curaciones milagrosas a un enfermo, en los laterales de la imagen se encuentran los apestados componiendo unas marcas diagonales que se unen en el centro de la escena focalizando la atención en el centro de la escena justo donde se encuentra el santo.
Otra de las curiosidades que se pueden visualizar en el cuadro es que Tintoretto tenía un conocimiento muy exacto tanto de los síntomas como de las manifestaciones clínicas de esta infección ya que observamos como muestra las localizaciones comunes de esta afección en la zona inguinal, femoral y en las axilas de los enfermos lo que se conoce como adenopatía edematosa o bubón ganglionar, de ahí que la enfermedad sea conocida como peste bubónica. Este conocimiento meticuloso de Tintoretto puede deberse a la contemplación directa de algún enfermo, o al estudio de libros de medicina y láminas de anatomía y también cabe aclarar que fue discípulo de Tiziano el artista más famoso de Venecia durante el siglo XVI que también fue víctima de la plaga.
La madre muerta (1900) – Edvard Munch
Podríamos titular la vida de Edvard Munch como: Existencia y sufrimiento. Much fue un pintor noruego precursor del expresionismo y reconocido por su obra El grito. Su vida estuvo marcada por la tragedia, Edvard fue el primero de su familia de enfermar de tuberculosis y por razones del destino fue el único que logró recuperarse del grave cuadro clínico luego de la muerte de su madre y su hermana.
Esta situación dolorosa la podemos ver reflejada en algunas de sus obras como: La madre muerta (1900), pintura que se ha creído maldita, ya que al presentarla por primera vez ante el público generó una reacción tan visceral que se produjeron varios desmayos y personas llorando desconsoladamente. La obra retrata supuestamente a su hermana en el lecho de muerte de su madre quien padecía tuberculosis, con los oídos tapados y una expresión entre miedo y sorpresa. Esta obra se encuentra en el Museo Munch de Oslo.
La niña enferma (1885-1926) – Edvard Munch
Es el título de una serie de seis pinturas y numerosos grabados de Edvard Munch que plasman el momento antes de la muerte de su hermana mayor Johanne Sophie (1862–1877) de tuberculosis a los 15 años. El cuadro en su primera aparición fue vapuleado, en especial por la tosquedad de su ejecución, pero los colores en la escena juegan un papel muy expresivo: el rojo anaranjado de los cabellos de la niña contribuye a acentuar la palidez de su rostro y evoca a la idea de sangre y sufrimiento.
La familia (1918) – Egon Schiele
Schiele fue pintor y grabador representante del expresionismo austriaco contemporáneo, discípulo de Gustav Klimt uno de los artistas más representativos del Modernismo Art Nouveau desarrollado en Europa a principios del S. XX. La familia es un cuadro emblemático que se encuentra en Österreichische Galerie Belvedere, Palacio Belvedere, Viena, Austria.
En 1918 suceden dos cosas en Viena: los últimos alientos de la primera guerra mundial y una terrible epidemia de gripe española que deja más de veinte millones de muertos en Europa. La obra en un inicio fue titulada “Pareja humana en cuclillas” y una vez fallecido el pintor se la nombró La Familia, este cuadro premonitorio proyecta una existencia futura que no existió ya que lo podemos asociar a un suceso muy doloroso: Edith Schiele, su esposa, embarazada de seis meses contrajo la gripe española, por la cual muere y sucesivamente Egon Schiele sigue sus pasos tres días después con tan solo 28 años.
Esta obra cobra relevancia porque Schiele lo pintó el mismo año que su muerte, se puede observar que la figura masculina es el propio artista, pero la figura femenina no es su esposa Edith y el niño fue añadido más tarde cuando el pintor supo del embarazo de su mujer. Es de un realismo bastante inusual en el pintor donde se destacan los cuerpos iluminados de los adultos y la cara del niño por sobre el fondo oscuro, los tonos cromáticos sirven para resaltar los volúmenes corporales, no son líneas gruesas rellenas de color como sus pinturas anteriores, por lo tanto, muestra un lenguaje menos agresivo que el resto de sus pinturas.
Un episodio de fiebre amarilla en Buenos Aires (1871) – Juan Manuel Blanes
Considerado como el pintor de la patria para los uruguayos, fue un pintor representativo del academicismo europeo abarcando el costumbrismo rural hasta la pintura de temas históricos. La obra es una imagen representativa de la epidemia de fiebre amarilla que llegó en enero de ese mismo año a la ciudad portuaria de Buenos Aires a través de los barcos que provenían de Brasil. Tengamos en cuenta que la fiebre amarilla recorría Río de Janeiro y Paraguay, país que quedó devastado luego de la guerra de la triple alianza, y los primeros casos se detectaron en Corrientes y luego a través de los puertos a la población porteña arrasando con 14.000 personas de los cuales la mayoría eran inmigrantes. En ese entonces se ignoraba casi todo acerca de esta enfermedad, excepto su naturaleza altamente contagiosa.
Podemos observar un pequeño niño junto a su madre caída sin vida en el suelo de la habitación, los médicos asomados en la puerta dirigen la mirada a la madre y el niño, sin percatarse que tras la puerta se encuentra el padre de la criatura sin vida. Los dos personajes que denotan otra clase social fueron el abogado Dr. Roque Pérez y el médico Dr. Manuel Argerich, que luego de ser pintados por Blanes también serían víctimas de la enfermedad que combatían. Fue presentada por primera vez el 8 de diciembre de 1871 en el foyer del Teatro Colón de Buenos Aires y causó mucha conmoción ya que posiblemente todos los asistentes tenían muertos que llorar a causa de la epidemia.
Esta obra de gran formato se encuentra en el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo.
La fiebre (2003) – Leonel Luna
Es una fotografía contemporánea que toma como referencia una pintura de Juan Manuel Blanes titulada: Un episodio de fiebre amarilla en Buenos Aires.
Esta obra que se conserva en el Museo Macro de Rosario, según el artista se trata de un homenaje a colegas y conocidos víctimas del SIDA en el que la retórica y dramatismo de la pintura original es transferida a una escena contemporánea.
La representación recrea la escena dramática del cuadro original, cita la composición y tema del cuadro antes mencionado. A diferencia del cuadro histórico donde Blanes confiere un carácter heroico a los personajes retratados en el umbral de la puerta José Roque Pérez y Manuel Argerich, en la fotografía León Luna retrató a sus hijos, a sí mismo (sobre la cama) y a otros familiares, la mujer muerta en el piso fue interpretada por la artista Silvana Lacarra.
Todos juntos podemos parar el SIDA – Keith Haring
Es un mural del artista y activista norteamericano Keith Haring que realizó en una pared de la plaza Salvador Seguí en el barrio del Raval en Barcelona en plena epidemia del sida en 1989.
Tiempo antes Haring fue diagnosticado como portador del virus del VIH en 1988 y falleció en 1990. Luego de 25 años, este mural que originalmente se llevó a cabo durante cinco horas un 27 de febrero, fue reproducido en un proceso que se alargó varios días para calcar el original y tomar muestras de la pintura para ser restituido con el mismo color rojo en el MACBA Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona como una iniciativa en conjunto del Ayuntamiento, el museo y la Keith Haring Foundation ya que el original se encontraba en estado de abandono. La idea no es que sea una mera reproducción, sino que es un grafiti para recuperar el compromiso de que algún día todos juntos podremos poner un fin a una epidemia que ha hipotecado tantas vidas.
Keith Haring realizó murales en varias ciudades como Berlín, París, Pisa o Barcelona con un estilo figurativo en el que destacan los trazos anchos y negros para resaltar las figuras, su iconografía se caracterizaba por contenido asociado a niños, la vida, el sexo, la muerte y la lucha contra el SIDA.
En el mural todos juntos podemos parar el SIDA se muestra una serpiente que ahoga una jeringa, con la palabra sida pintada debajo, un grupo de individuos intentando huir, y otros en forma de tijera seccionando al animal, mientras otro coloca un preservativo en la cola.
Candelaria Lizarraga – Artes Visuales UNC