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El legado imborrable de la sonda Juno
En septiembre de 2025, la sonda Juno de la NASA que explora a Júpiter, el planeta más grande del sistema solar, podría finalizar su misión.
La sonda Juno fue lanzada en 2011, y entró a la magnetósfera de Júpiter cinco años después. Desde julio de 2016 recorre una órbita polar elíptica alrededor del planeta gaseoso.
En cada una de sus periódicas aproximaciones a Júpiter, Juno envió imágenes e información novedosa sobre el planeta y sus principales lunas.
En los polos de Júpiter detectó tormentas gigantescas con extrañas configuraciones geométricas. Allí fotografió ocho ciclones que giran alrededor de una tormenta central ubicada en el polo norte y una distribución similar pero con cinco ciclones en el polo sur.
También descubrió que en en el gigantes gaseoso el agua es mucho más abundante cerca del ecuador.
Además, al medir la gravedad y el campo magnético, encontró datos que sugieren que el núcleo de Júpiter es mucho más grande de lo que se creía y que no es sólido, sino que está parcialmente disuelto, sin un límite definido con el hidrógeno metálico que lo rodea.
A pesar de su entorno de radiación, especialmente severa en sus encuentros con Júpiter, los instrumentos y sistemas electrónicos de Juno han resistido y se mantienen en funcionamiento.
Por ello, si bien su misión finaliza en septiembre , hay posibilidades de que se extienda hasta el 2028.