La isla de los moais
La Isla de Pascua, también conocida como Rapa Nui, es una pequeña isla mundialmente apreciada por sus enormes estatuas llamadas moai esparcidas por toda la isla; la cual se encuentra en el Océano Pacífico, a 3600 km al oeste del territorio de Chile, al cual pertenece actualmente.
Las sociedades nativas u originarias de Rapa Nui son cultural y étnicamente asociadas a los grupos polinesios, como los hawaianos, los tahitianos y los maoríes de Nueva Zelanda. Además de otros rasgos socio-culturales compartidos, las lenguas nativas de estas islas son muy similares. La música, la danza y el arte siempre han sido una parte central de la cultura Rapa Nui. La isla es hoy parte de Chile, y las fuertes influencias sudamericanas han dialogado aquí con la cultura Rapa Nui a la que hoy se adscriben cerca de 3000 personas.
Las estatuas o estructuras moai son enormes megalitos que fueron construidos aproximadamente entre 1400 y 1650 d.C. por los nativos de esta isla. Existen alrededor de 1000 de estas estructuras megalíticas de hasta 86 toneladas de peso y 10 m de altura, aunque el promedio es alrededor de la mitad. El 95% de los moais fueron tallados en el volcán Rano Raraku, y se eligió esta ubicación por la abundancia de roca constituida en gran parte por toba volcánica, que es el material que constituye los moais. La toba es ceniza volcánica comprimida y es fácil de tallar, lo cual era necesario ya que los nativos, por lo que se sabe, no poseían herramientas de metal para tallar, sino que usaban solo herramientas de piedra, los llamados toki.
Por lo general, los moais se colocaron sobre plataformas rectangulares de piedra llamadas ahu, las cuales eran tumbas para las personas que representaban las estatuas. En este sentido, fueron hechos intencionalmente con diferentes características antropomórficas ya que estaban destinados a mantener la apariencia de las personas que representaban.
Es interesante que hubo casos en los que algunos moais fueron comprados a un grupo de talladores. La parte compradora pagaba con los recursos materiales que poseía en grandes cantidades. Ejemplos de artículos comerciales serían batatas, plátanos, esteras y herramientas de obsidiana. Dado que una estatua más grande significaba un costo más alto, las grandes estatuas también redundaban en prestigio y poder para los grupos compradores, debido a los recursos movilizados para la compra.
Otro detalle es que las cavidades de los ojos de los moais no se tallaban hasta que la estatua llegara a su destino. Los ojos de coral marcaban el toque final, y el moai sería un ‘ariŋa ora o “rostro viviente”. El espíritu de la persona fallecida velaría por siempre sobre la parcialidad constructora y traería fortuna a la vida. Es por eso que las estatuas se llaman mōai, o en lengua nativa, “para que pueda existir”.
Estas estructuras megalíticas se volvieron ampliamente conocidas a partir de la llegada de los primeros contingentes europeos que exploraron las islas del Pacífico hace siglos atrás. Cuando el primer barco europeo llegó a la Isla de Pascua en 1722, todos los moais sobre las que se informó aún estaban en pie. Los visitantes posteriores informaron sobre estatuas que han caído con el paso de los años, y a finales del siglo XIX, ya no habría una sola estructura en pie.
En relación al rol ritual de estos moais entre los nativos rapanuis, uno de los primeros visitantes europeos a la isla en 1722, Jacob Roggeveen, en su diario de navegación informó que:
La gente, a juzgar por las apariencias, no tenía armas; aunque, como señalé, confiaban en caso de necesidad en sus dioses o ídolos que se erigen en gran número a lo largo de la orilla del mar, ante los cuales se postran y los invocan. Todos estos ídolos fueron tallados en piedra, y en forma de hombre, con orejas largas, adornado en la cabeza con una corona, pero todos hechos con habilidad: de lo cual nos extrañamos no poco. Se reservó un espacio despejado alrededor de estos objetos de culto colocando piedras a una distancia de veinte o treinta pasos. Tomé a algunas personas por sacerdotes, porque tenían más reverencia a los dioses que el resto; y se mostraron mucho más devotos en sus ministerios. También se podía distinguir bastante bien a estos de los demás, no sólo por el hecho de que llevaban grandes tapones blancos en los lóbulos de las orejas, sino también por tener la cabeza totalmente afeitada y sin pelo.
Aparentemente, sólo Jacob Roggeveen en 1722 informó sobre nativos que invocaran a las estatuas, lo que sugeriría que los moais fueron objetos cúlticos, al menos, hasta la llegada de los europeos. Sin embargo, posteriormente fue común en toda la isla reciclar piezas de moais para construir nuevas plataformas de ahu. Esto puede sugerir que los moais ya no eran considerados como sagrados cuando la persona a la cual representaba había sido olvidada.
Cielo, moais y conocimiento tradicional: los nuevos estudios desde la astronomía cultural
A partir de los años 60 y 70 del siglo XX, algunos arqueólogos profesionales y aficionados, han intentado abordar las relaciones tradicionales con el cielo que los nativos de Rapa Nui habrían desarrollado. En este marco, muchos de aquellos trabajos resaltaron que la gente de Rapa Nui poseía un detallado y amplio conocimiento sobre el cielo y sus fenómenos; y que los moais estarían intencionalmente orientados a los solsticios y equinoccios, pero también con otros rasgos del paisaje terrestre y celeste. Sin embargo, estos aportes han comenzado a ser discutidos desde la perspectiva de la astronomía cultural.
En particular, desde hace más de una década el grupo de arqueoastronomía del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), en colaboración con el antropólogo chileno Edmundo Edwards, viene realizando investigación arqueo y etnoastronómica en la Isla Rapa Nui.
Por un lado, los trabajos antropológicos de Edmundo Edwards, quien desde hace más de 40 años reside en la isla y convive con las comunidades rapanuis, han permitido conocer el importante rol cultural de algunos asterismos o representaciones celestes como Matariki (Las Pléyades, popularmente conocidas en hispanoamérica como “los siete cabritos”), y Tautoru (el Cinturón de Orión, o “las tres marías” en el mundo hispano). Pues, la observación de estos grupos de estrellas en determinados momentos del año, eran considerados por los nativos de la isla como indicadores del comienzo de nuevos períodos anuales ligados a lo productivo o a ciclos estacionales.
Particularmente la observación de la última puesta de Tautoru poco después del crepúsculo vespertino (fenómeno que en astronomía es conocido con el nombre de ocaso helíaco), y la observación de la primera salida de Matariki poco antes del amanecer (o Salida helíaca, en astronomía), marcaban el comienzo de ciclos culturalmente importantes en la Isla de Pascua.
Así, los 40 años de trabajo arqueológico y etnográfico en Rapa Nui y otras islas del Pacífico culturalmente vinculadas, le han permitido concluir a Edwards que fenómenos como solsticios y equinoccios no serían culturalmente relevantes en términos rituales, y por ello, poco vinculados con cuestiones simbólicas en torno a la disposición y orientación de los moais. Lo que el trabajo de este antropólogo chileno más bien resalta es justamente que asterismos como Las Pléyades o el Cinturón de Orión, han sido tradicionalmente importantes entre los nativos de la isla por cuestiones ligadas a lo ritual, a la navegación y otros aspectos simbólicos presentes en estas sociedades del Pacífico.
En este contexto, a partir de los mencionados aportes de Edwards, y al articular con las mediciones arqueoastronómicas realizadas por el equipo del Instituto de Astrofísica de Canarias liderado por Juan Antonio Belmonte; se ha conseguido establecer que también pueden verse reflejadas aquellas consideraciones tradicionales asociadas a asterismos como Tautoru y Matariki, principalmente en la orientación de algunas de las grandes plataformas ceremoniales o ahus con importantes moais, como Ahu a Kivi, el grupo de estas imponentes estructuras más conocido de la isla, el cual muestra un patrón de orientación astronómica ligada a la puesta heliaca de Tautoru o nuestro Cinturón de Orión.
Podemos ver a partir de este caso que la interdisciplinariedad juega un rol importante en los estudios científicos. En esta ocasión, investigaciones surgidas de las ciencias sociales complementadas con estudios cuantitativos o ligados a las ciencias exactas, permiten abordar de manera íntegra el problema del rol tradicional del cielo en la isla Rapa Nui y, sobre todo, su relación con el antiguo material cultural presente en la misma.
Fuentes:
-Edwards, Edmundo y Edwards, Alexandra (2013) When the Universe Was an Island. Exploring the Cultural and Spiritual Cosmos of Ancient Rapa Nui. Santiago de Chile: Hanga Roa Press. Universidad de Chile.
-Edwards, Edmundo y Belmonte Avilés, Juan (2004) Megalithic astronomy of Eastern Island: A Reassessment. Journal of History of Astronomy, 35, pp. 421-433.