Es muy común la idea de que antiguas civilizaciones, culturas y grupos humanos en todo el mundo habrían desarrollado sistemas de conocimientos astronómicos relativamente autónomos y similares a cómo los científicos naturales piensan a la astronomía académica occidental, y que por lo tanto estas sociedades poseían expertos observadores del cielo que realizaban su trabajo con precisión y sistematicidad. A la vez, se ha asumido que existirían complejas edificaciones que, por su orientación espacial y estructura, habrían servido a modo de “observatorios” astronómicos donde trabajaban aquellos expertos ligados al cielo.
Desde hace más de una década, y a través de contribuciones realizadas desde la astronomía cultural, principalmente desde la arqueoastronomía, se viene cuestionando ampliamente esta conceptualización de antiguos “observatorios”, sugiriendo que muchas veces se trata de un sesgo marcado por la perspectiva moderna occidental de los investigadores a la hora de abordar la funcionalidad de aquellas estructuras arqueológicas.
En este marco, actualmente se acepta ampliamente que existen muy pocos “observatorios” astronómicos que han sido construidos en la antigüedad, y más aún, que existe la posibilidad de que sólo una compleja estructura arqueológica encontrada en Perú haya servido para tal fin en la América antigua. La misma se trata del observatorio solar de Chankillo, una particular edificación constituida por una serie de torres separadas que servirían de gnomon al ser observadas desde una construcción deliberadamente ubicada en sus proximidades. El complejo de Chankillo estuvo habitado hace unos 2300 años. Contaba con un templo fortificado y múltiples edificios, plazas y patios. Las investigaciones efectuadas por algunos autores demuestran que la estructura de las trece torres, serviría para marcar la posición de salida y puesta del sol a lo largo del año, un fenómeno celeste relevante para el grupo social que habitó este sitio.
Por todo ello, en esta nota nos acercaremos un poco más en detalle, desde la óptica de la astronomía cultural, al sitio de la antigua estructura arqueológica de las trece torres de Chankillo, enfocándonos en su rol como un observatorio astronómico antiguo.
La problemática conceptualización de “observatorio” antiguo
La Real Academia Española (RAE) define “observatorio” como (1) un edificio con personal e instrumentos apropiados dedicados a observaciones, a menudo astronómicas o meteorológicas, o (2) un lugar o ubicación donde se pueden realizar observaciones. Ambas definiciones son, en principio, igualmente válidas, pero nos enfrentamos a dos significados, uno específico y otro más general, que son algo ambiguos.
Las definiciones anteriores están dentro del significado que un científico o una persona cercana a las ciencias esperaría para un observatorio, incluidos los observatorios astronómicos. Estas acepciones también podrían aplicarse a algunos edificios históricos, como el observatorio astronómico del siglo XV de la dinastía Ming en Beijing, China, o el Jantar Mantar de Jaipur y Delhi, India. Sin embargo, la segunda definición – lugar o ubicación donde se pueden realizar observaciones – abre la puerta a una variabilidad tan grande en cómo se define un observatorio que, ajustados a esa flexibilidad de la definición, un observatorio podría ser cualquier cosa; desde una plataforma en la cima de una colina para observar aves o tortugas marinas, hasta una pirámide del antiguo Egipto. Ésta es la fuente o raíz de la dicotomía que a menudo se enfrenta la arqueoastronomía.
En este marco de ambigüedades, durante casi tres generaciones de investigadores, el monumento megalítico de Stonehenge, en Inglaterra, ha ejemplificado el problema de la definición de observatorio y ha sido la causa de airadas disputas entre arqueólogos y arqueoastrónomos académicos. Pues, los arqueólogos y arqueoastrónomos han tardado varias décadas en encontrar un enfoque por el cual Stonehenge se define con mayor precisión como un templo, quizás para funerales, que incluye alineamientos astronómicos rituales. Tal categorización de este monumento está lejos de la idea de un antiguo observatorio con capacidad de “predicción de eclipses”; y está más en la línea de muchas catedrales medievales que incluían un gnomon orientado de norte a sur para determinar a través de la observación de su sombra el momento apropiado de los eventos religiosos. Sin embargo, de acuerdo con la segunda definición de observatorio de la RAE, Stonehenge podría definirse correctamente como un «observatorio» antiguo.
En muchos otros casos de sitios arqueológicos, los arqueoastrónomos prefirieron utilizar la clasificación de “sitio de observación” para lugares donde se habían encontrado varios marcadores astronómicos claros de momentos calendáricos importantes, y confirmados por fuentes etnohistóricas,. De manera similar, uno de los creadores del concepto de Astronomía Cultural, Stanislaw Iwaniszewski, al estudiar en 2010 un conjunto de sitios relevantes en el mundo maya antiguo, propuso el uso del término “ubicación de observación del cielo antiguo” como una expresión algo más laxa, para evitar el uso de la categoría “observatorio antiguo” que consideró engañosa. Esta propuesta, aunque más cercana a una mejor caracterización de estos sitios, complica aún más las discusiones en torno al concepto de “observatorio” en la antigüedad.
Sin embargo, en este marco no está claro que no podamos considerar al “observatorio antiguo” como un concepto relevante, siempre que el contexto en el que se intente aplicarlo esté adecuadamente caracterizado. Entonces, en determinados contextos socioculturales y bajo ciertos supuestos, se podría proponer la existencia de observatorios astronómicos antiguos. Uno de esos casos es el de Chankillo, un interesante sitio arqueológico americano, con construcciones ciertamente utilizadas para propósitos rituales, que podrían haber servido como referencia para observaciones astronómicas reales. Por tanto, Chankillo no sería un observatorio en si mismo sino que se utilizaba como tal.
Chankillo, un acercamiento arqueológico al sitio
Chankillo es un sitio ceremonial con complejas funciones rituales, administrativas y defensivas, que datan del 350 al 150 a.C., ubicado en la árida franja costera del Perú a unos 365 km al norte de Lima. Está situado a 15 km tierra adentro de la costa del Pacífico, e inmediatamente al sur de la cuenca de los ríos Casma y Sechín; uno de los varios valles fértiles que atraviesan colinas áridas y llanuras arenosas debajo de las laderas occidentales de los Andes y que han proporcionado un ambiente preferido para los asentamientos humanos durante muchos milenios, en un entorno por lo demás inhóspito. Chankillo fue construido, ocupado y abandonado por el grupo cultural Casma/Sechin dentro del período tardío en la cronología de ocupación de la región central peruana (aproximadamente entre 500-200 a. C.).
Las principales construcciones en el sitio son un enorme templo fortificado; una fila de trece torres rectangulares o romboidales colocadas a lo largo de la cresta de una colina baja; y alrededor de este último, una gran área ceremonial con un camino ceremonial, complejos de habitaciones, como así también solares e instalaciones para la preparación y almacenamiento de alimentos. Según lo que aprecian la mayoría de los arqueólogos que han trabajado en el sitio, el diseño de estas construcciones indica una intención de maximizar la intervisibilidad; o sea, por generar espacios mutuamente visibles en diferentes puntos del terreno abarcado sin la interrupción de construcciones o rasgos del paisaje (ver imagen inferior).
El templo fortificado es un enorme recinto de forma ovalada en la cima de una colina que contiene tres estructuras centrales, dos edificios circulares idénticos y uno rectangular rodeado por una gran plataforma con una especie de barricada, a la vez constituida por muros defensivos dobles. Los propios edificios gemelos tienen paredes dobles con tres puertas de acceso restringido. El edificio rectangular contiene cuatro habitaciones cuyas paredes estaban decoradas con representaciones de seres sobrenaturales y se cree que fue un templo utilizado para rituales o un palacio para la habitación de la élite. Se le conoce como el Templo de los Pilares. Formando su atrio frontal, frente a la dirección Este-Sureste, hay una plataforma de dos niveles en forma de U con escaleras dobles en cada nivel. Todo el recinto está ubicado estratégicamente a 180 m sobre el fondo del valle y puede haber servido como último refugio cuando un conflicto violento y la derrota dieron como resultado la destrucción parcial y el abandono del sitio en el siglo II a.C.
Por otra parte, las trece torres corren en una línea norte-sur, aunque las tres más al sur (Torres 11-13) están un tanto desviadas hacia el Noreste-Suroeste. Si bien están espaciadas regularmente (los espacios entre las torres varían de 4,7 m a 5,1 m) varían mucho en tamaño, con áreas de 75 m2 a 125 m2, y alturas de 2 m a 6 m. Las torres más al norte son las más altas, aparentemente para compensar el desnivel de la colina natural en la que se encuentran. La parte superior de cada torre era plana (aunque no horizontal) y se accedía por escaleras empotradas en los lados norte y sur, de modo que hubiera sido posible caminar a lo largo de la línea, arriba y abajo de cada torre por turno. Si bien se ha propuesto que las escaleras podrían haber sido utilizadas para procesiones, el hecho de que sean estrechas (1.3 m – 1.5 m de ancho) y que la longitud y la altura de los escalones individuales varían en proporción a las dimensiones de la torre (lo que hace que varios de ellos sean demasiado empinados para escalar), sugiere que eran de importancia ritual más que práctica.
Dentro de un recinto amurallado al oeste de las torres, situado en un terreno más bajo entre ellas y el templo fortificado, hay un grupo de edificios. El mejor conservado tiene 54 m de largo, 36 m de ancho y tiene un corredor exterior de 40 m a lo largo de su lado sur. Este corredor conectaba una entrada restringida en el lado suroeste del edificio con una abertura sureste que miraba directamente a las trece torres a 235 m de distancia. Esta abertura sureste, a diferencia de cualquier otra entrada en Chankillo, carecía de artilugios para sujetar soportes para una puerta. En otras palabras, era una apertura sin puerta o ventana. Este corredor era una construcción inusual que corría a lo largo del edificio, pero nunca conducía a él y, sin embargo, estaba cuidadosamente construido, enlucido y pintado de blanco. Su único propósito parece haber sido el de canalizar el movimiento desde la entrada restringida hasta la abertura sin puerta que da directamente a las trece torres.
Todos estos detalles asociados a este corredor, sugieren el reconocimiento de su importancia astronómica, por lo que esta apertura se conoce como el Punto de Observación Occidental de Chankillo, y el edificio en el que se encuentra, como el Edificio de Observación (ver imagen inferior).
Al este de las torres hay un área pública que comprende una plaza rodeada de edificios. En particular, ubicado directamente al sureste de las torres se encuentra el «complejo administrativo», un gran complejo de habitaciones, pasillos, patios y lugares de almacenamiento interconectados. Una pequeña escalera en el muro perimetral oriental aparentemente proporcionaba el único punto de acceso al interior de este edificio; el cual conducía a un gran patio rodeado por una plataforma en forma de U con escaleras empotradas que daban acceso a los diferentes grupos de patios-habitaciones. Todo el espacio público era evidentemente un escenario para fiestas ceremoniales. En varios lugares dentro de la plaza, los arqueólogos han encontrado ofrendas de flautas de pan y conchas de ostra espinosa (Spondylus crassisquama). Los basureros cercanos a este complejo contienen los restos de vasijas de servicio, flautas de pan y maíz; y el complejo administrativo está asociado con las instalaciones para preparar, almacenar y servir bebidas.
El observatorio solar de las Trece Torres
Veamos ahora cómo se presume que era desarrollada la observación con fines astronómicos en el complejo sistema de construcciones de Chankillo.
Recordemos que el corredor que rodeaba el costado del Edificio de Observación tenía 2,4 m de ancho, paredes de 2,2 m de alto y probablemente tenía un techo, pero una vez que alguien alcanzaba la abertura sureste, accedía a una vista sin obstáculos de la hilera completa de torres que formaba así un horizonte artificial.
Antes de su colapso parcial, el perfil de la hilera de torres habría tenido forma de dientes, y la línea que establece las cimas planas de las torres estaría interrumpida por espacios relativamente estrechos a intervalos regulares. Las laderas sur de una colina a 3 km de distancia, el Cerro Mucho Malo, se elevan detrás de la cresta o elevación cercana sobre la que se construyen las torres, justo a la izquierda de la torre más al norte (Torre 1), formando así un decimotercer «hueco» de ancho similar a los que se encuentran entre cada par de torres adyacentes en la línea. Una colina más distante atraviesa la base de esta brecha, formando la base de ese “hueco” (ver imagen inferior (a)).
Entonces, visto desde el Punto de Observación Occidental, la extensión de las torres a lo largo del horizonte corresponde casi exactamente al arco de horizonte que comprende los puntos de salida del Sol a lo largo del año. De este modo, en el solsticio de diciembre, el Sol sale directamente detrás de la torre más al sur (Torre 13); mientras que en el solsticio de junio, el Sol se eleva en el cruce del Cerro Mucho Malo y el cerro más distante, es decir, en el lado izquierdo del espacio más a la izquierda (ver imagen inferior (a)). Lejos de los solsticios, cuando la posición de salida del Sol sólo cambia en una pequeña cantidad de un día a otro, la aparición del Sol naciente en cualquier punto particular a lo largo de las torres habría indicado de manera confiable un momento particular en el año trópico (o de las estaciones) con un rango de variación de 2 o 3 días. Asimismo, no hay evidencia convincente de la existencia de un calendario estructurado de alguna manera específica que haya sido implementado por la sociedad constructora de Chankillo.
Por otra parte, en el área pública al este de las torres, las excavaciones también revelaron la existencia de un pequeño edificio aislado desde el cual las torres conforman el horizonte occidental y abarcan casi exactamente el arco de horizonte sobre el que se pone el Sol a lo largo del año (ver imagen inferior (b)). Visto desde el centro aproximado de este edificio, el Sol del solsticio de junio se habría puesto directamente en la parte superior de la torre más a la derecha, la Torre 1, reflejando la apariencia del amanecer del solsticio de diciembre desde el punto de observación occidental, con un Sol que se elevaba directamente desde la torre más a la derecha. El sol del solsticio de diciembre se habría puesto por el lado izquierdo de la torre visible más al sur, la Torre 12, estando la Torre 13 oculta detrás de la cresta (solo la parte superior de la Torre 12 habría sido visible, y ahora solo es parcialmente visible debido a su estado derruido). Es razonable suponer, por tanto, que se trataba de un Punto de Observación Oriental que era paralelo al occidental.
El perfil del horizonte natural al este del sitio contiene características significativas cercanas a las posiciones del solsticio del amanecer y un tramo distante de horizonte montañoso entre ellas. Por lo tanto, los investigadores sugieren que posiblemente, aunque no lo han probado, este paisaje haya sido un precursor natural e incluso una inspiración para la construcción de las torres.
Todo esto en cuanto a las torres y la observación del paisaje celeste; pero veamos ahora otras de las relaciones astronómicas que engloban algunas de las demás estructuras arquitectónicas de Chankillo.
Casi todos los edificios y plazas, incluidos los restos que se extienden hacia el paisaje por más de 3 km desde el templo fortificado, se ajustan en líneas generales a un eje de orientación similar Oeste Noroeste-Este Sureste. Si bien esto es más o menos una orientación que en arqueoastronomía se reconoce como del tipo solsticial (o sea, que está caracterizados por un eje de orientación en dirección a los solsticios), las alineaciones reales en relación con la salida o puesta de los cuerpos celestes dependen de la altitud de los hitos o rasgos que forman el horizonte desde cualquier punto en particular, y los estudios recientes han revelado una característica que puede ser de importancia. Por ejemplo, vista desde la única entrada al complejo administrativo al este de las torres, la torre más al sur (Torre 13) marca la puesta del Sol en el solsticio de junio.
El atrio del Templo de los Pilares (el cual conforma la estructura del templo fortificado) se enfrenta al Este Noreste y ofrece una magnífica vista sobre el recinto amurallado y las torres de los edificios y plazas más allá. Por el contrario, la entrada única que conecta el atrio con las habitaciones apartadas en la parte trasera de este templo bien puede haber sido el lugar más sagrado de todo el sitio, siendo un lugar donde las personas de élite podían hacer apariciones públicas. Visto desde las cercanías del Edificio de Observación, el Sol del solsticio de junio habría descendido y se habría puesto justo a la izquierda de la entrada, sugiriendo una posible hierofanía, o manifestación de un fenómeno sagrado, que implicaba la aparición del jefe o sumo sacerdote en el momento apropiado. Visto desde el extremo este de la gran plaza, donde hay una pequeña estructura aún sin excavar, la entrada al Templo aparece en el espacio entre las Torres 12 y 13, que parece haber sido planeada, pero con una alineación orientada a la posición de la Luna cerca de su límite más al norte sobre el horizonte. Esta es una de las dos o tres supuestas alineaciones lunares en el sitio que plantean, aunque muy tentativamente, la posibilidad de que las observaciones lunares y solares también fueran importantes en Chankillo. Las torres son la característica dominante en el horizonte desde muchos lugares entre las plazas circundantes, lo que significa que el amanecer y el atardecer contra las torres eran visibles públicamente. Sin embargo, solo las personas privilegiadas podían realizar observaciones críticas desde ciertos puntos clave para fijar fechas con precisión.
Ante este panorama, los alineamientos de Chankillo plantean discusiones metodológicas, y en particular sobre la selección de datos, que es de una naturaleza muy familiar dentro de la arqueoastronomía. Una preocupación general es cómo equilibramos el deseo de una explicación «simple» con argumentos contextuales más complejos: estos últimos suelen dar interpretaciones más plausibles en términos antropológicos, pero introducen una mayor complejidad en la lectura de los datos arqueoastronómicos. El más obvio de estos es si los puntos de observación occidental y oriental simplemente han sido «elegidos» por el investigador moderno: después de todo, si la línea norte-sur de torres se hubiera construido sin tener en cuenta la astronomía, todavía habría algún punto para el al oeste desde donde se extenderían el arco de la salida del sol, e igualmente uno al este para la puesta del sol. Sin embargo, la posición del Punto de Observación Occidental está definido por la evidencia arqueológica: además, las excavaciones alrededor de la abertura han revelado una concentración de ofrendas de cerámica, conchas y líticas trituradas ritualmente esparcidas al nivel del piso, lo que confirma que estaban involucrados elementos importantes del ritual que comprendía el proceso de pasar por el corredor y pararse en su extremo para observar las torres. Por otra parte, el Punto de Observación Oriental no se destaca como un lugar especial de la misma manera que el occidental, aunque las excavaciones lograron revelar un pequeño edificio aislado en el lugar que podría ser el sitio de observación requerido. Un problema similar surge por el hecho de que el Sol del solsticio de junio no se eleva detrás de la Torre 1 como se ve desde el Punto de Observación Occidental, sino en un cruce de colinas a la izquierda; el argumento de que Cerro Mucho Malo fue percibido como una “torre” adicional es especulativo. Un ajuste más exacto de las torres al arco de horizonte por donde el Sol sale a lo largo del año sería mucho más agradable para las sensibilidades occidentales modernas, pero podría no reflejar la realidad antropológica. Una posibilidad es que al retener esta característica natural como parte del horizonte construido, los constructores mantuvieron una conexión con el horizonte natural hacia el este que, como ya se mencionó, podría haberse utilizado para las observaciones del amanecer antes de la construcción de las torres, y quizás fue el motivo de la construcción de las mismas.
Otra crítica es que los espacios entre las torres estaban más o menos igualmente espaciados, en lugar de más juntos en los extremos, como se hubiera esperado si se hubieran colocado para delimitar intervalos de tiempo regulares a lo largo del año. Sin embargo, el espaciado equitativo no reduce la eficacia de las torres como marcadores solares capaces de indicar cualquier día con una precisión importante: simplemente significa que las personas que construyeron y usaron Chankillo no tenían necesidad de calcular intervalos de tiempo estrictamente regulares. O sea, para identificar fechas de importancia ceremonial y social, se basaron en la observación directa de determinados ciclos celestes en lugar de recurrir a una elaboración abstracta de una temporalidad normativa.
Para finalizar
La estructura para la observación solar que utiliza las trece torres en Chankillo es uno de los primeros ejemplos conocidos en las Américas de un monumento dedicado a una observación astronómica de algún modo sistemática; y el hecho de que haya funcionado durante todo el año de las estaciones o año trópico, y continúe funcionando en la actualidad, lo hace único en el planeta.
Las evidencias arqueológicas y arqueoastronómicas en conjunto implican que las trece torres y las plazas y edificios cercanos proporcionaron un escenario para las personas que participaban en rituales públicos y fiestas directamente vinculadas a las observaciones del paso estacional del Sol. Al mismo tiempo, la entrada al Punto de Observación Occidental para realizar observaciones “astronómicas” y coordinar ceremonias, evidentemente estaba muy restringida. Esto implica que el poder de regular el tiempo, los sistemas simbólicos y los rituales que unían a esta sociedad estaban en manos de una élite. Las figurillas de cerámica de guerreros que fueron destrozados ritualmente y cuyos restos se encuentran en el Edificio de Observación, muestran claramente a los guerreros como individuos de alto estatus (ver imagen inferior). Parece, entonces, que en Chankillo, alrededor del siglo III a. C., el culto al sol y las creencias cosmológicas relacionadas pueden haber ayudado a legitimar la autoridad de una élite guerrera, tal como lo hicieron dentro del imperio Inca más de 1.500 años después.
Fuentes
Belmonte J.A. (2015) Ancient “Observatories” – A Relevant Concept?. In: Ruggles C. (eds) Handbook of Archaeoastronomy and Ethnoastronomy. Springer, New York, NY. https://doi.org/10.1007/978-1-4614-6141-8_9
Ghezzi I, Ruggles C (2007) Chankillo: a 2300-year-old solar observatory in coastal Peru. Science 315:1239–1243
Ghezzi I., Ruggles C.L.N. (2015) Chankillo. In: Ruggles C. (eds) Handbook of Archaeoastronomy and Ethnoastronomy. Springer, New York, NY. https://doi.org/10.1007/978-1-4614-6141-8_75