Diálogo con Cecilia Paula Gómez
Desde hace tiempo, y en diferentes notas, hemos abordado temas ligados a concepciones celestes de diversas tradiciones, culturas y grupos humanos. Estos temas, siempre fueron tratados a través de aportes realizados desde la óptica de la astronomía cultural, y algunos en particular, desde la etnoastronomía. Pero, ¿de qué hablamos cuando decimos etnoastronomía o astronomía cultural? Para echar luz sobre estos campos del conocimiento académico y específicamente acercarnos a los detalles del trabajo en etnoastronomía, preparamos esta nota en la que también dialogamos con una científica argentina proveniente del mundo de la etnoastronomía de la región chaqueña, la Dra. Cecilia Paula Gómez.
De la astronomía cultural a la etnoastronomía
Desde 1988 diferentes académicos de diversas partes del mundo, comenzaron a definir el campo analítico de la astronomía cultural o astronomía en la cultura, a partir de una larga historia de gestación, con el propósito de generar el marco teórico, epistemológico y metodológico para una investigación sobre las relaciones entre los grupos humanos y el paisaje celeste capaz de aceptar las demandas cognitivas de la arqueología y la antropología.
En principio, como propone el antropólogo polaco Stanislaw Iwaniszeski, uno de los creadores del término y concepto; podríamos definir a la astronomía cultural como “el estudio de las percepciones humanas del cielo y su relación con la organización de los diferentes aspectos de la vida social”. En este sentido, la astronomía cultural no estudia los fenómenos y objetos astronómicos en sí mismos, tal como lo hace la astronomía, ni trata de la influencia que estos fenómenos pueden ejercer sobre la vida biológica. En particular, la astronomía cultural estudia los mecanismos mediante los cuales el hombre llega a conocer los fenómenos celestes, analiza los sistemas de conceptualización y representación de estos, e investiga, en el marco del proceso de las relaciones sociales, “cómo el cielo y su contenido adquieren la capacidad de representar un conjunto de ideas sobre la vida social”, según aclara Iwaniszewski.
Bajo esta definición, el término astronomía cultural resulta como un paraguas que engloba varias áreas científicas afines, incluyendo cualquier tipo de estudios o líneas de investigación donde se relacione a la astronomía con las ciencias humanas o sociales. En este contexto, la astronomía cultural es ciertamente un campo en el que convergen académicos con una gran variedad de formaciones (astrónomos, físicos, antropólogos, arqueólogos, sociólogos, lingüistas, arquitectos). Asimismo, esta variedad resulta una fuente de gran riqueza y al mismo tiempo es el origen de enormes desafíos metodológicos. Más allá de ello existe el consenso de que lo que la astronomía cultural estudia son hechos socio-culturales.
Dentro de este campo académico se han trazado y diferenciado a grandes rasgos, disciplinas como:
- La historia de la astronomía, que se dedica al estudio de la astronomía mediante el uso de las técnicas históricas o sociológicas y el soporte de los documentos escritos; y que se encuentra particularmente centrada en el estudio de la forma que el conocimiento sobre los cielos tomó en cualquier tradición académica con escritura.
- La arqueoastronomía, que, mediante el uso de las técnicas provenientes de la arqueología, reconstruye las formas con que, en el pasado, distintos grupos humanos vieron el cielo.
- La etnoastronomía, la cual, mediante una aproximación etnográfica, recurriendo a técnicas tales como entrevistas, observación participante, etc., intenta entender las concepciones sobre lo celeste que tienen los diversos grupos étnicos y culturales contemporáneos.
Desde este marco, las temáticas abordadas en astronomía cultural resultan variadas y alcanzan tópicos tales como: ‘calendarios, observación práctica, cultos y mitos, representación simbólica de eventos, conceptos y objetos astronómicos, orientación astronómica de tumbas, templos, santuarios y centros urbanos, cosmología tradicional y la aplicación ceremonial de tradiciones astronómicas; todas ellas unificadas por un tratamiento que las ubica dentro de su contexto cultural, social, económico e histórico. De este modo, la astronomía cultural resulta una especie de “antropología de la astronomía”, tal como sostiene el astrofísico y arqueoastrónomo Anthoni Aveni.
En cuanto al aporte que puede realizar esta importante área de estudios, los conocimientos generados desde este campo contribuyen de manera general a la comprensión de las diversas culturas humanas del mundo en el que vivimos. En este sentido, la astronomía cultural no solo permite entender la influencia que tienen las representaciones y prácticas celestes sobre distintos planos de la vida social, sino que, además, pone en evidencia los procesos sociales que intervienen en la construcción de conocimiento acerca de los fenómenos celestes. Además, puede realizar un enorme aporte a la educación en ciencia y, en particular, a la divulgación y popularización de la astronomía académica.
De hecho, la astronomía cultural evoca tradiciones conocidas por los escolares y establece puentes entre estas y el conocimiento académico. A partir del reconocimiento y la valoración de sus tradiciones vinculadas con el cielo, los diversos grupos humanos pueden verdaderamente apropiarse del saber astronómico académico y contribuir a él en formas originales. Al mismo tiempo la arqueo y etnoastronomía ponen en escena las concepciones de sociedades que observan el cielo a ojo desnudo, y de este modo brinda la oportunidad de adquirir una experiencia directa del espacio celeste, algo cada vez más raro entre habitantes de centros urbanos. Poder presenciar fenómenos fácilmente observables torna el cielo en una realidad tangible.
Así mismo, la astronomía cultural aporta al conocimiento científico del cielo, en el sentido en que en más de una oportunidad la comprensión de otras tradiciones sobre el cielo permite recuperar en términos de la astronomía académica informaciones sobre fenómenos astronómicos del pasado que puede ser importante para reconstruir procesos de larga duración. Un ejemplo de ello es la consideración que muchas veces los astrofísicos han realizado, de los registros de las observaciones de fenómenos como novas o cometas por parte de los antiguos chinos.
Pero, sobre todo, los estudios sobre astronomía cultural, contribuyen con la astronomía académica en su desarrollo y en sus debates epistemológicos. En relación a este último aspecto, podemos decir que una mirada más antropológica o sociológica de la historia de la astronomía académica en occidente nos permite tomar consciencia de su carácter de producto histórico o social sin perder la capacidad de evaluar su valor científico.
Por otro lado, la Unión Astronómica Internacional (o IAU por sus siglas en inglés) también ha dejado claro en su plan estratégico 2020–2030, que la astronomía cultural resulta fundamental para el avance de la astronomía académica a escala mundial. Como bien consta en el citado plan, la astronomía envuelve “una combinación única de ciencia, tecnología y cultura” que juegan un importante rol en la sociedad moderna. Sin embargo, en el contexto de sociedades de países en desarrollo, la “astronomía” que continúa jugando un importante rol cultural no es la astronomía académica o la concepción científica del cielo. En este sentido, se vuelve de vital importancia que astrónomos académicos acepten y respeten esas “astronomías” para poder comunicar o divulgar la concepción científica del cielo. Sin embargo, ese respeto y aceptación sólo pueden proceder de un alto grado de compresión el cual lo brindan los estudios en astronomía cultural. Dicho de otro modo, para la IAU la astronomía cultural permite conocer esas “astronomías” con las cuales es necesario entablar el diálogo.
El campo de la astronomía cultural en Argentina
En América, la arqueo y etnoastronomía históricamente avanzaron en mayor medida en la región mesoamericana, en el área andina y en el sur de Estados Unidos. En nuestra región uno de los primeros autores en trabajar sistemáticamente las concepciones no europeas sobre lo celeste (si bien no desde la óptica de la astronomía cultural) fue el antropólogo alemán Roberto Lehmann-Nitsche (1872-1938), quien publicó a partir de 1919 una serie de monografías en la Revista del Museo de La Plata, sobre lo que denominó “etnoastrognosis”. A pesar de que luego no tuvieron una continuidad sistemática, estas monografías son un importante antecedente de la disciplina. En forma provisoria y como un primer esbozo, Lehmann-Nitsche cubre una gama muy amplia de intereses: por una parte se ocupa de la astronomía popular de criollos y sus variantes; y por otra describe esquemáticamente la “astronomía” de muchos pueblos aborígenes argentinos, presentando asterismos, fragmentos de relatos míticos relacionados, cuestiones calendáricas y vinculaciones con ciclos productivos.
Así, en la literatura académica argentina, hasta la década de 1990, se encuentran sólo referencias esporádicas al conocimiento astronómico de distintas sociedades como problema de estudio. En el área chaqueña se deben mencionar los elementos sobre astronomías aborígenes que pueden encontrarse en los trabajos de algunos antropólogos argentinos. Más allá de estas investigaciones, las “astronomías” chaqueñas no fueron sistemáticamente estudiadas desde el marco de la astronomía cultural hasta el comienzo, en 1998, de las investigaciones emprendidas por Sixto Giménez Benítez y Alejandro López del grupo de Astronomía en la Cultura de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de La Plata.
Los trabajos encarados desde la etnoastronomía por López y Giménez Benítez, se ocupan principalmente de las relaciones con el espacio celeste desarrolladas por las comunidades aborígenes mocoví del suroeste de la provincia del Chaco y el norte-centro de Santa Fe. Estas investigaciones buscan recuperar las lógicas que organizan las ideas mocovíes sobre el espacio celeste en sus diversos aspectos, y se enmarcan en un amplio proyecto sobre las astronomías del Chaco argentino, en el que se incluyen trabajos sobre otros grupos aborígenes chaqueños como los wichí, los toba y los toba-pilagá. En el marco de este proyecto se han producido las dos primeras tesis doctorales sobre astronomía de grupos aborígenes argentinos: entre ellas, la defendida en 2010, que trata sobre la astronomía toba-pilagá o tobas del oeste formoseño, autoría de la Dra. Cecilia Paula Gómez.
Cecilia Paula Gómez es Licenciada en Antropología Sociocultural (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires) y Doctora en Ciencias Sociales (Facultad de Ciencias Sociales, UBA). Actualmente es Investigadora Adjunta del CONICET, en el Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica Argentina. La investigación que desarrolla analiza la relación entre la cosmovisión y la percepción del cielo entre las poblaciones indígenas que habitan el oeste y centro del Chaco Central, sobre todo entre los grupos tobas del oeste formoseño (toba-pilagá) y wichí. Actualmente ejerce la docencia en la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de La Plata, como profesora de “Introducción a la Astronomía en la Cultura”. Forma parte, además, de varias asociaciones profesionales como la Société des Américanistes (Musée du Quai Branly, Francia), el Centro de Investigaciones Históricas y Antropológicas (Bolivia), la Sociedad Interamericana de Astronomía en la Cultura y la International Astronomical Union (Working Group for Archaeoastronomy and Astronomy in Culture).
Entre los importantes aportes que han realizado los trabajos de Cecilia, podemos citar como ejemplo, el caso abordado en relación al importante rol cultural de la luna entre los grupos indígenas con los que ella se vinculó. Según la autora, la luna y sus ciclos ofrecen “un medio concreto a los tobas para concebir colectivamente ciertos procesos abstractos como los ciclos femeninos, la reproducción, la división sexual del trabajo, las relaciones de género y aquellos períodos temporales más breves que las grandes estaciones que, no obstante, asumen una importancia decisiva en el ciclo anual de estas comunidades”. En particular, a través de un complejo vínculo construido en el plano mitológico, simbólico y práctico entre el período de fases lunares y el ciclo menstrual, la luna posibilita la continuidad de la sociedad: “las mujeres se casarán, serán madres y posteriormente abuelas encargadas de brindar los “estudios” a su descendencia femenina —es decir, crear nuevas mujeres. De este modo, según la Dra. Gómez, la luna expresa de forma codificada las prescripciones y mandatos sociales relacionados con la mujer”, que de no ser respetados “ponen en riesgo” a la sociedad toba.
Considerando este y otros de sus aportes realizados desde la etnoastronomía, nos pareció interesante charlar con Cecilia sobre algunas características de su trabajo científico. Desde allí, le hemos realizado algunas preguntas con las cuales intentaremos acercarnos a sus experiencias inscriptas en el contexto de su vínculo etnoastronómico con grupos indígenas chaqueños tobas presentes en la región oeste de la provincia de Formosa.
A.M.: Cecilia, desde tu perspectiva y experiencia ¿podrías caracterizar a la etnoastronomía, sus metodologías y aportes?
C.P.G.: A nivel general desde mi perspectiva la etnoastronomía nos cuenta sobre las formas de entender, de ver, de percibir, lo que distintos grupos engloban dentro de la categoría de cielo. Categoría de cielo que uno tiene que aprender a considerar, a ver de una forma bastante más laxa, de lo que uno está acostumbrado.
Con el correr de los años, y a medida que avanza la investigación es sorprendente todo aquello que uno no toma en cuenta y que sí es pertinente desde otro punto de vista. Por ejemplo, como pude ver en mi trabajo etnográfico, la misma estrella puede cambiar de nombre según el momento del año remitiendo a distintas historias a distintas situaciones sociales. Es muy interesante la hermenéutica, la interpretación que cada sociedad hace de su cielo.
Con respecto a la perspectiva de trabajo etnoastronómico, es puramente cualitativa. Yo vengo de la antropología y el trabajo de campo etnográfico es la instancia que a mi me ha resultado más efectiva para el desarrollo de estos análisis. Los aportes de estos trabajos, para mi, forman parte del acervo cultural de muchos pueblos, de muchos grupos. Y estos puntos de vista dan una forma distinta de encarar viejos y nuevos temas. Distintos puntos desde donde ver cosas que uno daba por obvias y es interesante cómo las obviedades de los otros a uno lo quitan del centro y lo hacen ver una cantidad de cosas distintas. Es realmente muy placentero, muy bello también.
A.M.: ¿Cuáles son tus temas de interés investigativo y cuál es el marco teórico y metodológico desde el que abordás tus estudios etnoastronómicos?
C.P.G.: Los temas de mi trabajo se ligan sobre todo a las enseñanzas y saberes que comparten conmigo distintos grupos de pueblos originarios. Y mi trabajo es el que hace cualquier antropólogo, sólo que al trabajar sobre el cielo tuve que entrenarme para entender el espacio celeste desde una perspectiva ligada a la astronomía a simple vista, astronomía de posición. Tuve que aprender a mirar el cielo, los movimientos aparentes de algunos objetos celestes, entre otras cosas. Por eso aprendí mucho en los cursos de astronomía cultural que se vienen dando hace mucho tiempo por la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de La Plata, donde daban clases Sixto Giménez Benítez y Alejandro López. Aún hoy estos cursos, que ya son seminario y materia de la FCAG-UNLP, se siguen dando, y cada vez por suerte con mayor material, cada vez con más cantidad de gente trabajando mucho y bien, en distintas zonas.
En mi caso yo venía con el bagaje que te brinda la antropología, debía aprender a mirar aquello que para la gente con la que yo trabajaba en el campo era una obviedad, mirar el cielo. Yo soy de la ciudad, y para mí, había muchas cosas que no eran obvias con respecto al cielo. Y las luces de la ciudad no nos dejan ver cosas que en un cielo oscuro son evidentes, sobre todo si uno es un observador constante de ese cielo. Además he trabajado mucho tiempo en una población que no tuvo electricidad sino hasta hace pocos años. Ello implicaba no sólo que no había luz eléctrica, tampoco había conectividad, no había señal de celular, ni teléfono, ni internet; lo primero que empezó a llegar fue DirecTV. De ahí que la noche, el fogón y el cielo tenían una presencia mucho más importante que la que tienen hoy, que a pesar de todo, aún sigue siendo importante. Pero bueno, lo interesante de todo esto, para mi como antropóloga fue, y es, ver cómo mucho de lo que tiene que ver con el cielo, se relaciona ampliamente a lo social. Porque también en el cielo hay luchas por los significados, por ver qué interpretación prima, qué interpretación es la más importante sobre ese cielo. Es algo todavía a estudiar y que lleva muchos años tratar de ver las distintas corrientes dentro de un mismo grupo, sin contar también todos los saberes sobre el cielo que tienen distintos grupos.
Estoy hablando siempre, en mi caso, de grupos indígenas. Ver el cielo desde esta perspectiva no es sólo tratar de encontrar nuevos asterismos y constelaciones, que ya de por sí es un trabajo muy arduo. Ver qué dibuja cada grupo social, lo que cada grupo social nos puede decir sobre el cielo, esa forma de interpretarlo, la forma de leerlo, todo lo que esas formas, esas hermenéuticas nos están diciendo de esa sociedad, sus problemas, su cosmovisión, resulta muy interesante. Desde lo más cotidiano hasta lo más trascendental. Al cielo, uno muchas veces lo liga a cuestiones muy trascendentales como lo shamánico, claramente, pero lo cotidiano también está muy presente, y es para mi altamente importante. De hecho, es lo que en general me gusta trabajar, con lo cotidiano, y no sólo con los especialistas, que también es un tema interesantisimo. Son perspectivas que uno elige para trabajar.
A.M.: Por último ¿Cuáles son o han sido algunas de las experiencias que has desarrollado en el vínculo con estos temas de trabajo?
C.P.G.: La experiencia de trabajar estos temas ligados al cielo con pueblos originarios, indígenas, es maravillosa. Mis recuerdos, por ahí ya yendo hacia lo más personal, de fogones preparados especialmente para recibirme, con toda la familia ahí, la mujer, el hombre, que era el que en general tomaba la palabra para empezar a mostrar el cielo y contar historias, o en sus palabras relatarme: “los estudios de los antiguos”. Tengo recuerdos realmente maravillosos de gente a la que por suerte hasta el anteaño pasado, pude ver casi todos los años desde el comienzo de mi investigación doctoral. Lamentablemente, durante el 2020 y lo que va del 2021 fue imposible ir a hacer trabajo etnográfico por la pandemia relacionada al covid-19. Estar con ellos es sentarse a tratar de entender experiencias que son muy diversas en las forma de ver el cielo. La presencia en sus vidas de este cielo es mucho más importante, y me han enseñado muchísimo. Me he cruzado con excelentes maestros por allí. Me tienen una paciencia inmensa, destacable. Me equivoco muchas veces con su idioma, y no se cansan de seguir enseñándome, de señalar el cielo; y bueno, trato de devolverles de la mejor forma todo aquello que me enseñan.
Actualmente, trabajo en el oeste de la provincia de Formosa. Sobre todo con quienes más he trabajado es con los tobas del oeste formoseño, que han sido llamados toba-pilagá. Desde la etnografía han recibido muchos nombres para tratar de ubicarlos. Gente muy muy amable, que nunca dudó en contarme sus historias, tratar de enseñarme su idioma, y qué es lo que perciben en todo sentido al estar ante el cielo, que en el campo y en esos lugares del monte formoseño tiene una presencia tan fuerte. Me han explicado sobre las interacciones que se dan entre fenómenos que nosotros no vincularíamos al cielo, pero para ellos eran claramente evidentes y formaban parte de lo celeste, como por ejemplo, los vientos, y cómo estos se entremezclaban con, inclusive, asterismos.
Tengo grandes amigos en ese rincón de la Argentina. Gente que espero volver a ver muy pronto. De hecho tenía pensado viajar ahora dentro de poco. Espero que todo esto de la pandemia por le covid-19 pase bien y pronto, y para poder volver a reunirme con ellos y con toda la gente de por allí, ya que también hemos empezado a trabajar con otros grupos originarios de la zona.
Le agradecemos cordialmente a la Dra. Cecilia Paula Gómez por su tiempo y predisposición para dialogar sobre su tan interesante trabajo. Esperamos con esta nota haber podido acercarles al mundo de la astronomía cultural, la etnoastronomía, y al del abordaje científico de las relaciones que grupos humanos han desarrollado o establecen con el cielo.
Fuentes
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https://www.iau.org/administration/about/strategic_plan/